Cinco: La muerte de Frigga

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       Mi mayor miedo siempre fue estar encerrada por siempre en una habitación. Cuando comencé a crecer y empecé a causar más accidentes, llegué a pensar que un día Tony me encerraría en una habitación por el resto de mi vida. A veces planeaba como escapar de mi habitación si llegaba a ocurrir, por lo que tenía muchas opciones para salir de ahí rápido y sin dificultades. Gracias a eso, había desarrollado la habilidad de escapar de casi cualquier lugar. Si era capaz de escapar de una de las casas con el mejor sistema de seguridad del mundo (gracias a Jarvis), sería capaz de escapar de cualquier lado. Claro, nunca pensé que estaría atrapada por un hechizo. Un campo de fuerza podía desactivarse fácilmente, pero un hechizo no era igual.

       Los días pasaban cada vez más lento, cuando me di cuenta de que llevaba casi cinco días encerrada. No quería perder la cordura, no podía. Después de todo lo que había logrado llevándome bien con Loki, no podía echarme para atrás. Habíamos tenido conversaciones muy agradables durante los desayunos que compartía conmigo cada mañana y al fin comenzaba a tenerme confianza. Me enseñaba algunos trucos que Frigga le enseñó y me decía cómo practicar mi telequinesia. Jamás hablaba sobre su padre ni su hermano. Cuando platicaba con él, parecía que ellos no existían en su vida. Era algo muy raro de escuchar.

       Mi estado emocional no estaba nada bien. Había veces en las que gritaba contra la almohada o lloraba en silencio, pero no hacía nada más. Aquél quinto día, tenía que intentar que me diera alguna clase de libertad. Necesitaba que viera que sufría, necesitaba que tuviera un poco de empatía conmigo. Normalmente él entraba en mi habitación para comer a las tres de la tarde y me daba una clase de almuerzo. No dije nada durante el desayuno y decidí aguantarme hasta esa hora. Cuando se acercaba la hora, comencé a desatar mis emociones. Nunca lo había hecho apropósito, pero había salido según lo planeado. Comencé a gritar, a llorar y a aventar cosas con mis poderes. Al final comencé a derrumbarme descalza y con la ropa rasgada sobre el frío suelo, cerca del balcón. Me agarraba el pelo con fuerza mientras gritaba con el rostro lleno de lágrimas. No pasó mucho tiempo, cuando escuché a Loki abrir la puerta y sentí como me tomaba de la muñeca para que desenterrara la cabeza de mis piernas.

—Vamos, te llevaré a la habitación principal— lo escuché susurrar. Estallaba de felicidad, pero no podía dejar de actuar.

       Se detuvo antes de cruzar el hechizo, que emanaba el color verde porque lo había tocado. Loki me sostenía dudoso con una mano, como si le costara trabajo tocarme y con la otra comenzó a ampliar el hechizo hasta la habitación de a lado. Me llevó hasta la cama y me recostó sobre ella. No esperaba poder escapar, solo necesitaba estar en un lugar diferente y había logrado mi cometido. Me metió en la cobijas e hizo aparecer un pañuelo. Estaba siendo muy amable conmigo. Lo tomé sonriendo y me quité las lágrimas dejando de llorar. Me miraba muy preocupado, parecía que realmente le importaba cómo estaba. Se sentó en el borde de la cama y acercó su mano intentando acariciarme, pero enseguida la quitó.

—Gracias— le dije y desaparecí el pañuelo color verde. Esbozó una pequeña sonrisa, parecía que se sentía culpable.

—¿Qué sucede?— preguntó juntando sus manos y mirándome con el ceño fruncido. Tragué saliva y me senté en la cama, pero quedé muy cerca de su rostro.

—Lo lamento— desvié la mirada hacia el suelo y pude ver cómo me miraba confundido. Suspiré —A veces causo accidentes, me descontrolo— tomó valor y me tomó de la muñeca como si intentara tomarme de la mano.

—No son accidentes, no les llames así— fruncí el ceño y volteé a verlo —Tus poderes no son accidentes, no tienes que temerles. Son una hermosa parte de ti y tienes que aprender a vivir con ellos en vez de huir y esconderte— tragué saliva y lo miré a los ojos seriamente. Una lágrima cayó por mi mejilla, pero esta vez fue real. Me sonrió tiernamente y la quitó suavemente con su pulgar. Estaba muy cerca mío, miré su mano mientras lentamente dejaba de tocarme. Sus manos eran frías y ásperas. Nunca nadie me había acariciado así y mucho menos me había dicho lo que Loki acababa de decir. Lo miré a los ojos un momento y se levantó rápidamente aclarándose la garganta. Esbocé una media sonrisa y volteé a verlo mientras este se arreglaba el cabello —Bueno, regreso en la noche. Toma ropa del armario— dijo y salió rápidamente de la habitación mientras volvía a convertirse en Odín.

The Tenderness Behind the FlowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora