Diecisiete: Cicatriz negra

250 22 4
                                    

        Cuando algo cambia y no para bien, la peor parte de aquello es llegar a tu cama y darte cuenta de que no volverás a dormir igual. Ver tu casa y sentir que algo que había y amabas, ya no está. Para mí, había desaparecido mi ignorancia. Algo que muchas personas temen y detestan, era algo que yo añoraba con todas mis fuerzas. Deseaba regresar el tiempo y volver al momento en el que decidí que iba a saber la verdad. El simple hecho de que ni siquiera sabía que era mitad alienígena era algo que deseaba ignorar con todas mis fuerzas.

          Las cosas empeoraban. No dormía por las noches, temiendo matar a Loki entre sueños. Cuando dormía, tenía espantosas pesadillas sobre mi madre y despertaba gritando. Loki estaba muy preocupado por mi falta de sueño como una persona responsable y a veces dormía en un sillón de Frigga para que no tuviera miedo de herirlo. Por parte era bueno, pero odiaba despertar sola en las madrugadas y tener que pedirle que regresara conmigo a la cama. Él hacía lo que podía para hacerme sentir mejor, pero yo ni siquiera podía comer como se debía. Todo el tiempo sentía un nudo en el estómago y ganas de vomitar. Me comenzaba a ver más flacucha de lo que era y me volvía cada vez más débil. Se me habían formado espantosas ojeras y por las mañanas lograba notar los huesos de mi rostro marcados por la falta de mejillas.

         Cuando Loki no estaba, lloraba durante horas para que no me viera haciéndolo durante las comidas. Ya ni siquiera entrenaba combate con él, porque me salían moretones con el menor roce de sus puños contra mi cuerpo. Asgard ya no tenía ese hermoso aspecto ante mis ojos, ya que ahora todo lo veía más obscuro. Parecía un interminable día nublado. Cuando me atrevía a hablar del tema con Loki, me explicaba ciertas cosas. Por ejemplo, el hecho de que mi madre era la guardiana de la gema en un planeta llamado Morag y que su nombre era Alexina. A mí me habían dicho que se llamaba Stella, pero Loki dijo que le llamaban Alexina a las guardianas de la gema del poder, porque significaba defensora. Cada vez que le contaba algo, investigaba sin parar hasta encontrar algo nuevo qué contarme, cuando estaba dispuesta a escucharlo.

          Las Alexinas eran descendientes de los viejos habitantes de Morag y nadie sabía realmente dónde vivían o como era que podían vivir en Morag. Loki creía que mi madre era la última Alexina que protegió la gema y yo su única descendiente. Las Alexinas tenían su propia cultura, que se basaba en alabar la gema del poder. Cada una de ellas nacía con su propio nombre y era entrenada para sobrevivir el contacto con la gema y desarrollar poderes en base a esta. Eran entrenadas para sobrevivir lo que fuera y poder vencer a cualquiera que se interpusiera en su camino. Podían controlar el mar de Morag, que solo bajaba naturalmente cada trescientos años. Incluso eran capaces de nadar por él para llegar al templo de la gema.

         Todo aquello que me contaba solo me hacía preguntarme miles de cosas mas, por lo que prefería no hablar mucho sobre el tema a pesar de la curiosidad que invadía a Loki. Quizás solo intentaba ayudarme, pero contarme cosas nuevas no servía de nada. Me preocupaba que se hartara de mí, que pensara que era un peso muerto sobre sus hombros. Sabía que le contagiaba mi tristeza, tenía que cambiar. Debía de dejar de lloriquear a diario, porque si no, iba a perder a la única persona importante en mi vida.

         Desperté una mañana con Loki profundamente dormido a mi lado. Aquello comenzaba a suceder más de lo que quería aceptar y Loki jamás dormía después del amanecer. Decidí pedir el desayuno a la habitación y arreglarme. Me tomé un rápido baño y por primera vez en días, me maquillé y arreglé mi pelo. Mis nuevos poderes me facilitaban mucho más las cosas. Ahora podía crear cualquier cosa sin ningún problema y mover docenas de cosas al mismo tiempo. Me teletransportaba con la mayor facilidad del mundo y comenzaba a lograr cambiar la forma de las cosas y su color. Usaba eso para hacerme rulos en el cabello, que desaparecían después de cada baño. Loki despertó por primera vez con el pelo hecho un desastre. Lo vi incorporarse en la cama mientras yo salía del baño y no pude evitar reír. A pesar de que no le gustaba que me burlara de él, sonrió al verme reír.

The Tenderness Behind the FlowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora