Capítulo 2: Joss

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—¿Tu apellido es Schneider? —preguntó por segunda vez Anne.

Las dos amigas se encontraban en la cafetería. Ya habían pasado dos semanas desde que se conocían y parecían inseparables, pero aún había mucho de ambas que no conocían.

—Sí, es alemán, ya te lo dije —respondió la chica, riéndose ante la incredibilidad de su amiga.

A Anne le costaba comprender que una chica con sus rasgos tuviera un apellido que no fuera "Takawa" o "Azami", como había escuchado en tantas películas. Pero sí recordaba los origines de Yuki y podía hilar esos datos. Aun así, se sentía confundida ante las cosas nuevas que conocía. En su país de origen no había conocido tanta diversidad cultural.

—Vaya... eres increíble, Yuki —concluyó la pequeña.

—Y eso que todavía no conoces a Joss —le comentó.

—¿Joss?

A Anne se le abrieron los ojos de curiosidad. El mismo nombre le parecía curioso, teniendo en cuenta el posible origen del mismo. Aunque en verdad, cuando pensó en los orígenes de Yuki, no le parecía extraño que fuera otro niño con rasgos asiáticos.

—Es mi mejor amigo... ¡Y mi novio! —declaró, sin vergüenza alguna. A Anne le subió el calor hasta la frente.

—¿Ya tienes novio? —le preguntó, desconcertada. Luego añadió, lamentándose:— ¡Creí que yo era tu mejor amiga!

—Tú eres mi mejor amiga y él es mi mejor amigo —sonrió triunfante Yuki mientras se tomaba su gaseosa.

Anne entrecerró sus ojos ante la rapidez de su amiga para contestar.

—¿Por qué no viene a clases? —Anne pudo ver cómo la expresión de Yuki cambio a una más apagada.

—Es que... No puede por ahora. Es por algo de su familia —Anne se dio cuenta de que Yuki no quiso entrar en detalles y no quiso preguntar más al respecto.

Cuando ya estaban en la clase de matemáticas miró hacía el asiento de adelante, vacío desde que llegó. Se dio cuenta que ese asiento siempre había pertenecido a Joss, el novio y mejor amigo de Yuki. Se preguntaba por qué Yuki nunca había hablado de él, pero pensó que seguramente era una persona genial para que Yuki lo conociera.

Ese día Anne regreso a su casa cuando la fue a buscar Emily, como siempre. Cada vez que llegaba a casa se sentía pesada y triste. Su madre le hablaba sólo para preguntarle por algunas cosas del colegio, pero apenas tenían conversación. No conocía a nadie en la zona, su única amiga era Yuki y, por lo que le había dicho, vivía en otro extremo de Tokio. No estaba saliendo mucho de casa más que para ir al mercado de vez en cuando, a hacer algunas compras pequeñas de almacén. Los vecinos ya se estaban acostumbrando a su presencia, pero seguían mirándola con curiosidad.

Ese día en particular su padre no había tenido que ir a la oficina debido a unas refacciones en la oficina. Estaba trabajando desde casa, en el living. Cuando vio a su hija dar vueltas por la casa o mirar televisión con aburrimiento, notó que estar allí no era lo que necesitaba.

—¿Por qué no vas a pasear un rato? —le preguntó, mirándola con una sonrisa.

Anne se sorprendió.

—¿Puedo? —le preguntó, iluminando su rostro— ¿A dónde?

—Hay un parque con árboles y un lago a pocos metros de aquí, cerca del almacén.

Anne recordaba haber visto los árboles de los que le decía su papá. No estaba muy lejos de donde vivían, ya que al estar en zona periférica de Tokio tenían acceso a más naturaleza que otras personas.

Los fragmentos de su almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora