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Stephen estaba feliz.

Había adquirido una nueva casa a las afueras de la cuidad, cerca de la montaña, para pasar ahí unas merecidas vacaciones. Su nuevo y temporal hogar era bastante acogedor, contaba con una extensa cocina, un centro de entretenimiento, un grande y hermoso jardín, un bar y prácticamente todo el segundo piso como su habitación. Todo para el sólo; sin ningún molesto vecino o niñas exploradoras tocando la puerta temprano en la mañana para ofrecerle unas estúpidas galletas. Sólo él y su soledad, cosa que ciertamente no podía hacerlo sentir más que dichoso.

Pero su felicidad se desvaneció cuando después de arreglar unas cosas en Kamar-Taj, regresó a la casa encontrándose con una enorme construcción justo al lado. Aproximadamente 70 personas alrededor de lo que debería ser su refugio del mundo. Entro rápidamente intentando ignorar el escandalo de afuera y rogó a todos los seres que conocía por que solamente estén revisando el suelo y se larguen mañana para no regresar jamás.

Entre los sonidos de maquinas, los gritos y las luces caladoras, Strange logró dormir unas horas y a pesar de que esto le causo mal humor al despertar, su día mejoró cuando notó que ya no había ninguna persona 100 metros a la redonda. Sin embargo, le habían dejado un presente repugnante a la vista de Strange: una para nada discreta casa que disponía de tres pisos, grandes ventanales, alberca, terraza y una gran carpa ubicada en la parte de atrás. Supuso que era una casa de campo destinada a ser rentada por distintas familias en las épocas vacacionales. Maldijo a lo alto al darse cuenta de que ni en medio de la nada podía librarse de los insufribles humanos.

Y a pesar de que se levantaba todos los días esperando encontrarse a una feliz familia jugando en la alberca que tenia una perfecta vista a su jardín trasero, pero luego de casi tres semanas abandonada dedujo que nadie llegaría a esa casa en un buen tiempo. Sin embargo pronto comprobaría que estaba equivocado. Fue una noche tranquila en la que decidió ir a dormir temprano para aprovechar al máximo el día siguiente, cuando escuchó caravanas de carros cerca. Su boca se abrió formando una perfecta "O" al ver al gran Tony Stark salir de un lujoso auto, varios de los Vengadores iban acompañándolo, con botellas de vino y grandes bocinas. No pasó más de media hora y la música ya se escuchaba a todo volumen, retumbando en los oídos del hechicero añadidos a los gritos de la gente y la lluvia que comenzaba a caer, se volvía cada vez más imposible caer en los brazos de Morfeo para el pobre pelinegro.

-No puedo creerlo.- murmura Strange levantándose de su cama para ir por una taza de té- Me alejo de la cuidad para no lidiar con personas molestas y la persona más molesta de la cuidad construye su casa justo a lado.

El siguiente día no tuvo ni energías para reclamarla a su aparente nuevo vecino, además que los fuertes vientos y el frío lo obligaron a quedarse adentro. Para las seis de la tarde ya no era visible el sol y una la lluvia era tan fuerte que pareciera que el cielo se iba a caer. Stephen daba largos sorbos a su té mientras miraba a la ventana preguntándose que estaría haciendo Stark en esos momentos, "probablemente llamando a un taxi para que recoja a cualquiera con la que se haya acostado", pensó. Volteó su vista a una de las grandes ventanas de la residencia Stark y pudo ver al multimillonario  aplastado en un sillón, probablemente por la falta de energía debido a la resaca; luego de unos minutos, algo chocó contra una de las ventanas cercanas al multimillonario, por lo que a pesar de que parecía no tener ganas ni de vivir en esos momentos, el castaño se paró del cómodo sillón y abrió la puerta, bajó su cuerpo mirando al suelo y levantó lo que parecía ser un pájaro del piso de su terraza. Strange notó cómo aquel genio examinaba al animal con la vista para después entrar a su casa con el ave en las manos y salir de la vista de los ojos heterocrámicos.

Vaya que tenía un vecino raro.

(...)

-Joder no vuelvo a tomar- escucha el castaño a Barton quejándose a lo lejos.

Después de haber construido una nueva casa para él sólo, Tony no tuvo mejor idea que festejar su mudanza temporal en la misma. Sin embargo el festejo se había salido un poco de control debido al fuerte licor Asgardiano que Thor traía. Ahora se encontraba recostado en un sillón viendo al fabuloso ojo de halcón vomitar mientras lloraba, al mismo tiempo que Visión se encargaba de revisar si el dios del trueno estaba así de tieso porque estaba dormido o porque estaba sufriendo un coma etílico.

Tony, quien ya estaba acostumbrado a las fuertes crudas, se levantó de su sillón para tomar unas aspirinas y darse un baño. Cuando salió encontró su maleta en la cama de su habitación y unos hotcakes. Supuso que el responsable de aquello fue Visión, a quien llamó para confirmar. El androide le informó que se hizo cargo de limpiar, prepararle el desayuno, subir su maleta y transportar a los vengadores de vuelta a su base, cosa que Stark agradeció demasiado pues no estaba de humor para escuchar a Steve reclamándole por todos las normas de conducta que violó al hacer esa fiesta.

El multimillonario suspiro y miró el paisaje que tenía enfrente por el gran ventanal. A pesar de que estaba lloviendo, las montañas, el pasto y los abundantes árboles mezclados con unos finos rayos de sol que aún se alcanzaban a ver deleitaron sus pupilas. Eso era lo único que necesitaba. Después de todo el estrés que le traía ser un vengador y el dueño de Stark Industries, el portador de Ironman necesitaba un tiempo para relajarse y alejarse de todo el dolor de cabeza que implicaba ser el gran Tony Stark, y darse un tiempo para simplemente ser Antony.

A su mente llegó la última visita con el psicólogo que tuvo, en la cual le recomendaba darse un tiempo para encontrar "algo por lo que vivir". Al principio a Stark le pareció estúpido, ya que nunca le había pasado por la cabeza terminar con su vida ni nada por el estilo; sin embargo, luego de reflexionar un poco se dio cuenta que era lo correcto. No quería morir, porque sentía la presión de proteger a la Tierra, pero no tenía nada por lo que quisiera seguir viviendo.

Tener razones para no morir y tener razones para vivir son cosas distintas, y a Tony Stark le faltaban las segundas.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó un fuerte golpe a lo lejos. Movió sus ojos hacia la fuente del grave sonido y pudo ver una pequeña bola en fuera de la ventana de su sala. Bajó con curiosidad y abrió la puerta encontrándose a una diminuta ave la cual parecía herida de una ala. Curó al animal, y se dio cuenta de que se trataba de un bebé petirrojo, lo alimentó, lo cobijó y lo observó por unas horas para después decidirse a comprar una enorme jaula y alimento para pájaro.

-Te llamaré Peter.- dijo volteando a ver a su nueva mascota dormir. - Ah mira.- dijo notando a la modesta residencia que estaba a pocos metros de su nueva casa- Tengo vecinos.

Suspiro un poco desanimado porque no estará tan alejado de la civilización como pensaba y se dispuso a dormir.

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Solo para aclarar, esta historia ocurre antes de Civil War.

Vuela [Ironstrange]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora