c i n c o

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A Stephen le costaba mucho digerir aquella situación.

Siempre creyó que Tony era el tipo egocéntrico y realmente inteligente que demostraba ser en los medios, y cuando empezó a conocerlo más pudo confirmar que, además de egocéntrico e inteligente, Tony Stark era un hombre gracioso, empático, generoso y con un gran corazón. Incluso después de haber estado hablando con él durante ya vario tiempo se atrevería a decir que es un gran amigo y más importante que todo, un humano.

Pero el Tony que estaba detrás de la puerta era la representación de una faceta totalmente nueva para él que, sinceramente, Strange ansiaba por seguir descubriendo.

El portador de Ironman se hallaba detrás del marco de la entrada, con harina en el pelo, un short algo desgastado, una camisa sin mangas negra llena de manchas y un curioso pajarito en el hombro. Esto añadido al leve sonrojo en su cara provocaba cierta ternura en el ex cirujano, quien no podía estar más asombrado de ver a su vecino de aquella forma tan hogareña.

-Lo siento, ¿podrías repetirlo?- pidió creyendo que escuchó mal la primera vez.

-Hagamos galletas.-repite con firmeza y cierto fastidio, como enojado porque el pelinegro no haya captado aquella clara invitación con connotación de orden.

-¿Ahora?

-Claro, mira ya traigo la harina y una bandeja.-menciona señalando las cosas en su manos con su cabeza.- Quería hacer galletas, pero no soy exactamente perfecto en la cocina.

-Puedo ver eso.

Stephen se hace a un lado para dejar pasar al genio y a su mascota, accediendo a la petición de Stark. Ambos pasan directamente a la cocina del hechicero y Tony saca un papel viejo al que con mucho cuidado lo coloca en la mesa, se lava las manos y comienza a buscar los ingredientes indicados. Se detiene en seco cuando nota la mirada de Strange detrás suyo y voltea a verlo con una expresión exagerada de fastidio. 

-¿Y que tu no piensas ayudar?- Menciona sacándole una leve risa al de ojos heterocrámicos, quien se retira por unos segundos para volver a la habitación con una camisa distinta que, a los ojos de Tony, le quedaba realmente ajustada y un par de delantales.

-Si vamos a hacer esto, hagámoslo bien.- El ex cirujano le coloca uno de los mandiles al más bajo por atrás y lo jala un poco para amarrar correctamente la prenda. Sacándole un leve suspiro al multimillonario.

-¿Es necesario que tú me lo pongas?

-Así es la magia de la cocina, es un lugar único y sagrado.- se coloca así mismo el delantal y procede a lavarse las manos.- Todo aquí debe de ser íntimo, o al menos eso es lo que decía mi mamá.- menciona con melancolía mirando a la nada.

-Las madres son muy sabias. Esta receta era de la mía, bueno, de mi abuela pero aún así cuenta como una madre.

-Parece que fue como una para ti.- dice con dulzura mirándolo a los ojos.

-Lo fue.- asiente.

Después de aquella plática se disponen a comenzar a cocinar donde Tony  rápidamente demuestra que efectivamente, su desempeño en la cocina es bastante malo. Pero el doctor realmente se impresiono cuando notó que el multimillonario no era capaz ni si quiera de amasar correctamente.

-Tony, estás tirando todo afuera del bowl.

-Tu fuiste el que dijo que lo hiciera con las manos.

-Te dije que lo amasaras, no que lo regaras por todas partes. 

-¿Yo regando? Ni que estuviera haciendo esto.- dice comenzando a lanzar poca harina que quedaba en el recipiente hacia el portador de la gema.

-Dios, Anthony basta.- Strange ríe y pronto toda la habitación se llena de risas y ambos genios terminan manchados y llenos de harina y leche.

-Mira, déjame.- Stark parece querer quitar sus manos para dejar al hechicero hacer el trabajo, pero Strange jala de ella evitando que las retire.- Debes hacerlo con amor y cuidado.

El hechicero mete sus manos en el recipiente hondo cuando al fin la pequeña pelea cesa, juntándolas con las del castaño y amasando de manera lenta, volviendo el momento algo aún más íntimo. Tony se sorprende de manera leve cuando una ligera corriente eléctrica le recorre la mano y llega hasta su estómago, expandiéndose a lo largo de su cuerpo, volviendo inevitable que una sonrisa se forme en su cara. Gesto que es notado por el más alto, quien no podía estar más rojo de la cara, avergonzado pensando que tal vez ese toque de manos era algo demasiado atrevido, tal vez un poco privado como para hacerlo cerca de la ventana. Un toque entrañable al que ambos le atribuyeron demasiada intimidad, haciéndolos caer en cuenta de que realmente estaban comenzando a tener problemas. No solo disfrutaba de la compañía de Stephen, sino que también empezaba a añorar los momentos en los que el más alto mostraba vulnerabilidad, lo hacía sentir seguro, le hacía sentir que no era el único que debía tener alguna debilidad. 

Con Stephen, Tony sentía que ya no debía de ser perfecto, fuerte e inquebrantable. Con Stephen, Tony debía de ser él y algo tan dulce como eso seguramente se volvería peligroso de manera eventual, por lo que el pensamiento de incertidumbre no tardó en aparecer en su cabeza, llenándolo de inseguridad.

Tony tosió levemente y Strange retiró sus manos con rapidez asintiendo.

-Voy por los moldes.- menciona un poco incómodo.

Luego de unos minutos, las galletas estaban en el horno y los adultos se encontraban en la sala eligiendo qué película ver. Mientras Strange mencionaba pros y contras de las sagas de Harry Potter y Barbie, intentando decidir cuál era la mejor, Tony se arrepentía de haberse alejado del otro hace un rato. Era consciente de que ya había dado los primeros pasos con Stephen y no estaba en posición de echarse para atrás.

Sinceramente, no es como si quisiera hacerlo, pero la idea de una relación formal en ese momento no le entusiasmaba demasiado, tenían ya muchas cosas de que encargarse como para tener que preocuparse por una pareja romántica. Sin embargo, con Stephen todo parecía volverse más sencillo, los problemas desaparecen por un momento y se convierten en recuerdos realmente lindos y eso no era algo que te debería provocar una relación casual.

-¿Entonces qué opinas?- pregunta interrumpiendo los pensamientos del castaño. Tony suspira y sonríe aceptando medianamente que tal vez, sólo tal vez, esté cayendo poco a poco por el doctor.

-¿Sabes que, doc? Mejor hay que ir a jugar.-

-¿Jugar?

-Claro, tienes un lindo patio, hay que aprovecharlo.- se acerca como queriendo decirle un secreto para luego tocarle el hombro sorpresivamente.- Tu las traes.

-¿En serio jugaremos a las atrapadas, Stark?- menciona al ver como el castaño no muestra intenciones de dejar de correr con dirección al patio.

-¡Atrápame anciano!

-¿A quién llamas anciano, pedazo de chatarra?- menciona levantándose con determinación dispuesto a atrapar al portador de Ironman.

La competitividad de ambos genios salió a relucir cuando un juego de atrapadas comenzó a involucrar hechizos mágicos y armaduras, que volaban por todos lados buscando atrapar al otro. Pronto, al pequeño juego se unió Peter, quien se adentró a la vivienda al momento de oler el aroma a galletas recién horneadas, golpeando accidentalmente con la ventana de la cocina y llamando la atención de los héroes quienes sufrieron rápidamente las consecuencias de su distracción golpeándose con los ataques del otro.

-Stark, ¿podrías quitarte de encima, por favor?

-¿Acaso no te agrada que vaya arriba, lindo?

-Dios, Anthony, eres insufrible. - se quejó aventando al ingeniero con leve fuerza fuera de encima suyo.

Las galletas se quemaron levemente y al final se decidieron por ver Harry Potter. La película fue larga, pero se pasó de manera rápida cuando a la mitad del filme Stephen le tomó la mano a Tony, y esta vez el mecánico se dejó llevar.


Vuela [Ironstrange]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora