-21-

6.6K 578 52
                                    

...Trey

Mi espalda chocó contra el suelo mojado, expandiendo todo el dolor por mi cuerpo, para seguidamente sentir un peso sobre mí y un golpe en mi mejilla derecha, seguido de otro y después otro más.

La desesperación llegó cuando intenté detener los golpes, tomando las muñecas de la persona sin rostro, pero solo recibí a unos nudillos impactar una vez sobre mi boca y un sabor metálico llegando a mi lengua.

Cubrí mi cara como auto reflejo cuando el agarre en mi camiseta se aflojó. No sirvió de mucho, sentí otro golpe.

— ¡Detente! ¡Por favor!— el grito lejano de Atenea llegó a mis oídos— ¡No!

Al tener la oportunidad, mi puño dio con una mejilla y tiré una vez más mi puño al aire. Sin embargo, mi cabeza impactó con fuerza contra el suelo una última vez, para después sentir la ausencia del peso sobre mí y unas manos tomar mis mejillas. El rostro inundado de preocupación de Atenea es lo primero que vi al abrir los ojos.

— Trey...

Me sostuve de su hombro con mi mano derecha y con la izquierda me impulsé hacia arriba quedando sentado. Giré mi cabeza hacia los lados algo desorientado. Sabía que solo fueron segundos, pero se sintieron como horas.

— Hey... Trey— sus ojos escanearon mi cara e hizo una mueca— ¿Estás bien?

Miré sobre su cabeza y me encontré con una gélida mirada puesta en nosotros. Un nudo se formó en mi garganta y me tensé sin poder evitarlo.

Atenea pareció recordar la presencia de este, por lo que se levantó, claramente enfadada, y giró directamente hacia él, dándole un empujón con ambas manos en su pecho.

— ¡¿Qué mierda te ocurre, Jared?!

Este dio unos pasos hacia atrás, aún con su mirada puesta en mí, pero se centró en ella cuando Atenea volvió a empujarlo.

— ¡¿Jared?!

— ¡¿Yo?! ¡¿Tú qué mierda haces?!— le preguntó apuntándole— ¡¿Por qué lo estabas besando?!

— ¡Eso no te importa!

— Oh, no sabes cuánto— se acercó más a ella— sabes quién es Atenea, ¿qué jodida mierda haces?

— ¿Tú lo sabías?— le preguntó retrocediendo un paso y con baja, haciendo que frunciera mi ceño.

De repente, la discusión pasó a ser un confesionario silencioso de miradas.

— Yo quise decírtelo...— confesó Jared con expresión derrotada.

— Pero igualmente dejaste que todo esto pasará.

Atenea estaba de espaldas a mí, por lo que no me permitía ver su rostro, pero aquello pareció salir de manera dolida.

Mantuvieron su mirada un momento, sin emitir ninguna palabra o hacer algún movimiento.

La lluvia había cesado de repente. No lo suficiente para dejar de mojarnos.

Cuando Jared pareció tener la intención de hablar y tomar la mano de Atenea, esta solo retrocedió y se acercó a mí ayudando a pararme sobre mis pies.

Solo Una Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora