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07:09 a.m.

...Atenea

No era nada de lo que esperaba. En lo absoluto.

No estaba en mis planes subir a un completo extraño al coche, pero por cómo se dieron las cosas no tenía muchas opciones en mis manos.

Tranquilamente podría haberme ido y dejarlo allí con su vacía amenaza, pero algo me decía que él parecía igual de desesperado por salir de aquella ciudad. Quizás su mirada verdosa escondía lo que sus palabras trataban de ocultar.

Le di varias miradas de reojo a lo largo del viaje y temí que me descubriera haciéndolo, pero él parecía bastante escéptico en su mundo como para darse cuenta. Ninguna palabra salió de las bocas de ambos desde que salimos de la ciudad y mis manos comenzaron a sudar de los nervios ante la expectación de los sucesos, haciendo inevitable llevarme una a la boca para morder mis uñas, tratando de calmarme.

Eso no impidió que las comisuras de mis labios se levantaran al ver el sol asomarse. Al ver el amanecer.

Tenía que tranquilizarme, no me haría nada. Algo en su presencia me tranquilizaba de forma extraña. Podría decir que no era muy inteligente subir a un completo desconocido, pero si sus intenciones fueran malas, no veía el porqué no hacerlo en medio de una carretera donde nadie fuera testigo. Aún así nada había sucedido.

Por lo menos no aparenta ser alguien peligroso, aún con su mirada filosa y su expresión fría, era inofensivo.

Los edificios se hicieron presentes, siendo diminutos por la lejanía y nos avisaron que comenzábamos a aproximarnos a la ciudad.

No nos es difícil adentrarnos y conducir entre las calles con la intención de llegar al centro de este. Al ser una buena hora de la mañana, las personas que se dirigirán a sus trabajos o a sus escuelas rondaban por las calles.

— ¿Quieres que te deje en algún lugar en específico?— pregunté.

— Emm...¿tú dónde irás?— percibí su tono de curiosidad.

Su cabeza se giró a mi dirección por primera vez.

— Oh, yo solo haré algo y luego seguiré viajando— le respondí sin voltear a verlo, aunque sintiendo su mirada en mi perfil.

— ¿No te quedarás en la ciudad?— negué con mi cabeza— ¿Entonces dónde irás?

Le di una mirada de soslayo antes de contestar.

— No sé.

— ¿No sabes?

— Digo...si sé, pero no creo que te interese.

— ¿Tienes miedo que le diga a la policía?— preguntó divertido.

— La verdad es que no, pero...es un viaje personal— traté de explicarme.

— Un viaje personal— meditó mis palabras— entonces...¿de qué huyes?

Fruncí mis cejas para volver mi vista a la carretera, cuando el semáforo volvió a alumbrar en verde.

— No huyo de nada— agité mi cabeza.

— ¿Ah, no?

— No...¿tú de qué huyes?

— No es de tu interés— su tono frío me dio a entender que cambiaba de humor bastante rápido.

— Bueno— respondí simple.

No me interesa la verdad.

Llegamos al centro de la ciudad, deteniéndonos en un parque bastante grande y vacío. Él bajó apenas se detuvo el coche, con desesperación; yo por mi parte me dirigí al maletero, buscando algo de dinero, para después caminar frente al chico, quién se recargó en la puerta del coche mirando mis movimientos. Me posé frente a él con varios pasos de distancia y lo miré directamente a sus ojos.

Solo Una Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora