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(Este capítulo fue modificado)
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Narrador omnisciente

07:01 p.m.

Alexandre se paseaba de un lado al otro en la habitación del lujoso hotel en el que se estaban hospedando toda la familia. Habían llegado a la ciudad cuando recibieron la noticia de que Trey se encontraba en aquel lugar.

Él creía que ese tipo decía falacias al saber el paradero de Trey, pero cuando Lauren le aseguró cuando se reunieron, que logró verlos y hablar con ambos, sus nervios se encontraron de puntas por la espera de una nueva señal.

— Amor, ¿Cuánto estaremos aquí?— dijo Clarice saliendo del cuarto de baño acomodando su rubio cabello— Tengo un desfile importante en París en unos días y mañana empezaría la semana de la moda y no quería perderlo.

— No vengas con estupideces, Clarice— dijo cortante, deteniéndose frente al enorme ventanal, lo que hizo que ella parara en seco y le prestara mayor atención.

— Respétame cuando me hables, Alexandre— dijo acercándose más a él.

— Mi hijo está desaparecido allí afuera— Alexandre se dio vuelta y se posó frente a ella.

— Te dije que aparecería en cualquier momento— dijo en tono cansado, harta de la situación.

Le dio una mirada con indiferencia—No nos iremos— se giró y volvió a admirar la vista— como ya dije. No nos moveremos hasta que él esté frente mi.

— ¿Por qué le das tanta importancia?— preguntó con algo de veneno en su tono de voz—Es como siempre arruinar nuestros planes.

— Que pierdas un puto desfile no es lo mismo que perder un hijo— eso hizo que Clarice apretara sus labios incómoda.

— No le diste mucha importancia estos últimos años, ¿qué cambiaría?, solo es un niño inútil.

Alexandre tensó su manivela y se acercó amenazante a ella—¡Es nuestro hijo!

Clarice retrocedió con algo de temor, pero igualmente le respondió.

— ¡Sabes bien que ese bastardo no es mi hijo!

— No te refieras a él de esa forma.

Dijo levantando su mano derecha con clara intención de hacerle daño y ella se encogió en su lugar esperando aquel golpe, pero Alexandre se arrepintió y la dejó su mano pausada en el aire a medio camino del cuerpo de su esposa.

Estaba perdiendo los estribos y dañando a los que quería.

Clarice al no sentir nada en su cuerpo, abrió lentamente sus ojos y dio unos pasos hacia atrás con precaución. Alexandre nunca fue capaz de levantarle la mano, pero noto como eso cambió.

— ¿Ahora me levantas la mano?— dijo bajando la mano tendida de Alexandre y negando con su cabeza— Hazlo, pero me niego a que mi hija vea como su padre maltrata a su madre.

Aquella confesión hizo que Alexandre desviara la vista en la entrada del baño, donde la pequeña Morgan lloraba silenciosamente reteniendo sus sollozos con su mano. Se había olvidado que ella estaba siendo arreglada por su madre para poder salir.

— Vamos Morgan, vamos por ese juguete que te prometí— se acercó a ella secando sus lágrimas con sus pulgares y tomando su mano, obligándola a caminar hasta la entrada.

Le dio una última mirada a su marido y salió de la habitación cerrándola con fuerza, haciendo que Alexandre cierre los ojos manteniendo la paciencia y tomará la punta de su bien peinado cabello oscuro y lo tirará hacia arriba en señal de frustración.

Solo Una Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora