¿Tu gato?

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[ Autor/a: Jesy-uwu ]

Se encontraba recostada en el pasto contemplando el cielo y viendo las nubes pasar, bajo la sombra de un robusto árbol, justo al lado de aquella vestuosa cabaña que se había vuelto ya su lugar especial, su escape del mundo y la eterna agitación de éste; era algo recurrente ya, que luego de que se acabaran sus horas de clases Kanao fuera al dichoso patiecito de dicha cabaña abandonada a ensimismarse en sus pensamientos o simplemente a pasar el rato.

Su cabeza descansaba sobre su mochila, a su lado derecho, yacía el libro que estaba leyendo anteriormente, y al izquierdo, su broche de mariposa, un objeto muy preciado y con gran valor sentimental para ella el cual siempre traía consigo; tenía tanta tranquilidad que podría quedarse dormida en cualquier momento, y era lo que justamente estaba haciendo; sus párpados caían con lentitud mientras ella cedía a Morfeo.

miau

Escucho un maullido que la hizo abrir sus ojos repentinamente, justo antes de poder caer dormida; giró su cabeza para encontrarse con la pequeña sorpresa de que un felino se había colado en su hora de la siesta.

—Hola pequeño.

Dijo Tsuyuri con un tono de voz tierno dirigiéndose al minino. Este la miraba con curiosidad al mismo tiempo que se acercaba a ella.

—¿Tienes dueño...? ¿Estás perdido?

Preguntó dulcemente al gatito.

Este rápidamente y sin previo aviso, tomó en su boca el estimado broche de Kanao y comenzó a correr del lugar, como si de un asalto se tratara.

— ¡Espera, eso no!

Exclamó con dificultad mientras se incorporaba lo más rápido que pudo para darle persecución al gato.

Sin pensarlo dos veces, se echó a correr tras él, con la determinación de poder alcanzarlo para obtener de vuelta su pertenencia.

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—¡Por favor detente! Necesito eso, es importante, no te lo puedes llevar. ¡Gatito!

Voceaba con la esperanza de que el gato se detuviera.

Haciendo caso omiso, el minino siguió huyendo como si no hubiera un mañana, y a ella no le quedaba más opción que seguirlo persiguiendo. Este la estaba llevando bastante lejos de la cabaña, no obstante, en ese preciso momento no podía pensar en nada más que en recuperar el broche; sin embargo, se estaba volviendo difícil no perder de vista y seguirle al paso al ágil y escurridizo felino, dado que a pesar de que estuviera en buena forma empezaba a cansarse y a inquietarle la idea de no lograr tener su amado broche devuelta.

Sus ojos comenzaban a lagrimear ante el pensamiento de que fuera arrebatado de ella para siempre aquel único objeto que le traía a la memoria el recuerdo de su adorada hermana.

—Por favor, por favor. Para de correr, te lo suplico

Murmuraba entre respiraciones agitadas de tanto correr, en un tono casi inaudible con la voz ya algo quebrada.

De repente, el gato se escabulló entre dos estrechos muros en un callejón.

Lo había perdido.

No había manera saber a dónde fue, el edificio era demasiado grande y ancho como para darle la vuelta y ni siquiera sabía a dónde había ido a parar ella misma.

―¡No! Vuelve por favor...

No había rastro del minino.

―No puede ser. ¿Qué voy a hacer? Ni siquiera sé dónde estoy y... lo perdí... perdí tu broche. Lo siento...

Habló en voz baja Kanao comenzando a derramar lágrimas sin poder contener su frustración. No había mucha gente en la calle que la pudiera ver en el barrio, aún así trato de secar sus lágrimas para que no fuera vista llorando en público; intentó comenzar a caminar en cualquier dirección hasta encontrar un lugar donde sentarse por al menos un momento para recomponerse un poco e intentar pensar con más claridad.

A no muchos metros de distancia, había una banca afuera de una casa de aspecto acogedor, las luces de afuera estaban encendidas. Se acercó al lugar y se dispuso a tomar así por lo menos unos minutos. A pesar de sus esfuerzos por contener su llanto, sus lágrimas se escapaban.

Deje mis cosas en el jardín de la cabaña, no tengo mi celular... supongo que tendré que preguntar por direcciones a algún extraño

Pensaba para sí misma entre sollozos. En ese momento el dueño del hogar notó la presencia de alguien fuera de la casa, se asomó por la ventana para confirmar sus sospechas, y pudo distinguir a una chica llorando, aparentemente de su misma edad o una cercana a la suya, se le hacía ligeramente conocida.

El joven Kamado se alarmó al ver el estado de ella, por lo que decidió acercarse a ver qué le ocurría y si tenía la oportunidad de ayudarle en lo que pudiera.

—Disculpa... perdona si me entrometo, es solo que vivo aquí, y no pude evitar notar que estabas llorando... ¿está todo bien? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? ―Preguntó con delicadeza y una preocupación genuina por la chica.

Kanao levantó la vista con algo de sorpresa limpiando su rostro lo más rápido que pudo, y de la misma manera se puso en pie e hizo una reverencia a manera de disculpa al chico.

—En verdad lo siento mucho, no era mi intención invadir tu propiedad pero...y sí... hay algo en lo que podrías ayudarme de hecho. ¿Sabrás cómo se llama esta calle y cómo puedo llegar a esta dirección?

Pregunto Tsuyuri con un rastro de pena.

—¡Por supuesto! ―Contestó Tanjiro amablemente—. ¿Te gustaría un vaso con agua o algo de beber? Te ves un poco agitada... ¿Segura que te sientes bien? Puedes descansar adentro por un rato si lo necesitas.

Kanao seguía devastada por su reciente pérdida, y había algo en la amabilidad del chico que la hizo sentir en confianza de compartirle su situación.

—Este... la verdad... no, perdí un broche muy preciado para mí, alguien se lo llevó.

—¿Hmm? ―Emitió Tanjiro con cierta sorpresa.

—Que coincidencia, justo hace unos minutos mi gatita volvió con un broche de mariposa, no sé de dónde lo saco jaja―

Dijo con un toque risueño.

—¡¿De verdad?! ¿Puedo verlo por favor?

—Claro, espera un segundo, iré a traerlo

Respondió con una sonrisa mientras se levantaba a conseguir el objeto.

Tiene que ser mi broche, sería demasiada coincidencia. ¿Cierto?

Pensaba Kanao recobrando la esperanza.

Saliendo de su casa, el chico se le acercó.

—¡Aquí está! Es muy lindo ¿no?

—¡Mi broche! ―Gritó con alegría la joven—. ¡Muchísimas gracias! En serio te lo agradezco muchísimo, pensé que no lo volvería a ver.

—Entonces... ¿Mi gata te lo robó?! ¡Como lo siento! ―hizo una reverencia el muchacho—. Seguramente te causó muchos problemas... ¿Cómo te lo puedo compensar? Ehh, podría llevarte a la dirección a la que quieres ir, si estás de acuerdo claro... de igual manera no me sentiría tranquilo sabiendo que te irás caminando sola a estas horas de la noche. ¿Te parece bien?

Sopesando su situación y sintiendo cierta familiaridad con el rostro del muchacho, accedió a la propuesta.

En el camino y entre charlas y risas, ambos cayeron en cuenta que la razón de que parecían haberse visto antes es porque asistían a la misma escuela, lo que, de alguna manera, les daba felicidad, dado que podían volver a encontrarse.

Y así fue como, en ese día de altibajos y persecuciones, Kanao, no perdió su amado broche, dado a un golpe de suerte, o mejor dicho, gracias a su nuevo amigo.

Flores y PelusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora