2. El número 12 de Grimmauld Place

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(VIOLET)

Cuando llegué a la madriguera Bill y los señores Weasley me recibieron contentos de verme por fin mejor, pero poco duro esa calma y felicidad, habían surgido problemas en la familia y pronto tuvimos otros compromisos a los que no podíamos faltar.

Solo una semana después de haber llegado a la madriguera la mayoría de los Weasley y yo habíamos salido a una casa extraña en el número 12 en Grimmauld Place. Al principio aquel número no existía hasta que una maltrecha puerta salió de la nada  entre los números 11 y 13, y de  inmediato aparecieron unas sucias  paredes y unas mugrientas ventanas.  Era como si, de pronto, se hubiera  inflado una casa más, empujando a  las que tenía a ambos lados y  apartándolas de su camino. 

Al entrar habíamos terminado en un vestíbulo lúgubre que tenía paredes con papel pintado despegado, una alfombra raída y de su techo colgaba  una lámpara de cristal cubierta de  telarañas.

Aquel lugar se caía a pedazos pero ahora era la sede de la Orden del Fénix, Hermione y los Fraser llegaron poco tiempo después. La señora Weasley nos había encargado limpiar el lugar y eso incluía deshacerse de algunas alimañas. Llegué a conocer varios de los miembros de la orden y Dumbledore solo se nos acerco para persuadirnos de no contarle nada a Harry y eso me molestó. Dumbledore no sólo me dejaba de lado por completo también dejaba de lado a Harry.

Poco a poco todos nos acostumbramos a ese lugar y logramos espiar algunas de las reuniones de la Orden hasta que la señora Weasley se dio cuenta. Poco tiempo después nos llegó otra mala noticia, Harry había sido atacado por dementores y casi había sido expulsado de Hogwarts...

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El día había llegado, se supone que Harry sería traído hoy. Cora se había encerrado de inmediato en la habitación que compartíamos con las otras chicas, Hermione estaba ansiosa y preocupada, Ron parecía feliz y yo solo podía pensar en las tantas cosas que tenía que resolver, sobre todo el como le explicaría a los chicos el como resultaba que una Violet si existía pero no era yo y eso me convertía en la Violet que no era su amiga.

Ron, Hermione y yo esperamos dentro de la habitación donde dormiria Harry hasta que el llegará, yo estaba acurrucada en un viejo sillón al que le habíamos sacudido el polvo, llevaba una gran y guesa manta encima ya que aún sufría mucho del frío, Océano me cuidaba mientras descansaba en el reposabrasos del sillón.

Tiempo más tarde por fin se abrió la puerta. Harry entró en la sombría habitación de techo alto y dos camas gemelas en la que nos encontrábamos, entonces Hermione se abalanzó sobre el y lo atrapó en sus brazos. La pequeña  lechuza de Ron, Pigwidgeon, volaba  describiendo círculos, muy agitada,  por encima de sus cabezas.

-¡Harry!  ¡Chicos, ha venido Harry! ¡No te hemos oído llegar! ¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Estás enfadado con nosotros? Seguro que sí, ya sé que en nuestras cartas no te contábamos nada, pero es que no podíamos, Dumbledore nos hizo jurar que no te diríamos nada, oh, tengo tantas cosas que contarte, y tú también…  ¡Los  dementores! Cuando nos enteramos,  y lo de la vista del Ministerio… es indignante. He estado buscando  información y no pueden expulsarte,  no pueden hacerlo, lo estipula el Decreto para la moderada limitación  de la brujería en menores de edad en  situaciones de amenaza para la  vida…

Toda aquella información incluso a mi me dejó confundida.

-Déjalo respirar, Hermione- dijo Ron,  sonriendo, al mismo tiempo que  cerraba la puerta detrás de Harry. 

Hermione, todavía radiante, soltó a  Harry y antes de que pudiera decir  nada más se oyó un suave zumbido y Hedwig salió volando de lo alto  de un oscuro armario y se posó con  suavidad en el hombro de Harry -¡Hedwig!- La lechuza, blanca como  la nieve, hizo un ruidito seco con el  pico y le dio unos cariñosos  golpecitos con él en la oreja, mientras  Harry le acariciaba las plumas.

¿Violet? y la orden del Fénix. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora