7. Ginger Cross.

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(VIOLET)

Durante el viaje no volvimos a mencionar los caballos.

-¿Han visto a Grubbly-Plank?- preguntó Ginny -¿Qué hace aquí? No se habrá marchado Hagrid, ¿verdad?

-A mí no me importaría- dijo Luna -No es muy buen profesor.

-¡Claro que lo es!- saltaron Harry, Ron y Ginny, enojados. Harry lanzó una mirada fulminante a Hermione, que carraspeó y dijo -Sí, sí... Es muy bueno.

-Pues a los de Ravenclaw nos da mucha risa- comentó Luna sin inmutarse.

-Se ve que tienen un sentido del humor muy raro- le espetó Ron.

A Luna no pareció afectarle la tosquedad de Ron; más bien al contrario: se quedó mirándolo un buen rato como si fuera un programa de televisión poco interesante.

Cuando pasamos por la cabaña de Hagrid, los jardines estaban completamente a oscuras.

Los carruajes se detuvieron con un tintineo cerca de los escalones de piedra que conducían a las puertas de roble, y Harry fue el primero en bajarse, probablemente quería comprobar que no había alguna ventana iluminada cerca del bosque.

Por mi parte me quedé unos segundos mirando a las extrañas criaturas. Si Luna no mentía, aquellas bestias siempre habían estado allí.

Ron me tomo del brazo y me arrastro junto con Harry para unirnos a la muchedumbre que corría escalones arriba y entraba en el castillo. El vestíbulo resplandecía con la luz de las antorchas, y en él resonaban los pasos de los alumnos que caminaban por el suelo de losas de piedra hacia las puertas que había a la derecha, las cuales conducían al Gran Comedor donde iba a celebrarse el banquete de bienvenida.

Los alumnos fueron sentándose a las cuatro largas mesas del Gran Comedor, que pertenecían a cada una de las casas del colegio, bajo un techo negro sin estrellas, idéntico al cielo que podía verse a través de las altas ventanas. Las velas que flotaban en el aire, sobre las mesas, iluminaban a los plateados fantasmas que había desperdigados por el comedor, así como los rostros de los alumnos, que hablaban con entusiasmo intercambiando noticias del verano, saludando a gritos a los amigos de otras casas y examinándose los recientes cortes de pelo y las nuevas túnicas.

Una vez más, la gente se fijaba mucho en Harry y en menor medida en mí, inclinaban la cabeza para cuchichear entre sí cuando pasabamos.

Luna se separó de nosotros al llegar a la mesa de Ravenclaw, se sentó cerca de Cora que hablaba con Cho Chang. En cuanto los demás llegamos a la de Gryffindor, a Ginny la llamaron unos compañeros de cuarto y fue a sentarse con ellos.

Harry, Ron, Hermione, Neville y yo encontramos asientos libres hacia la mitad de la mesa.

Harry examinó la mesa de los profesores -Ahí tampoco está.

No hacia falta buscar mucho para notar que Hagrid no estaba.

-No puede haberse marchado -comentó Ron, que parecía un tanto angustiado.

-Claro que no -dijo Harry firmemente.

-No le habrá... pasado nada, ¿verdad?- sugirió Hermione con inquietud.

-No- respondió Harry de inmediato. -A lo mejor todavía no ha vuelto. Ya sabén..., de su misión.

-¿Quién es ésa?- preguntó de pronto Hermione, señalando hacia la mitad de la mesa.

-¡Es Umbridge!- contestó Harry -¡Estaba en la visita! ¡Trabaja para Fudge!

En ese instante acaparaba mi atención la profesora Grubbly-Plank, que acababa de aparecer detrás de la mesa de los profesores; fue hasta el extremo de la mesa y se sentó en el lugar que debería haber ocupado Hagrid. Eso significaba que los de primer año ya habían cruzado el lago y habían llegado al castillo; y en efecto, unos segundos más tarde se abrieron las puertas del Gran Comedor. Por ellas entró una larga fila de alumnos de primero, con pinta de asustados, guiados por la profesora McGonagall, que llevaba en las manos un taburete sobre el que reposaba el viejo sombrero seleccionador.

¿Violet? y la orden del Fénix. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora