Lluvia de otoño

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La suave brisa del viento jugaba con mis cabellos y los hacia danzar y entrelazarse entre ellos, mientras acariciaba con delicadeza mis mejillas.

Me encontraba sentada en el marco de mi ventana, leyendo, mi pasatiempo favorito desde que mis padres decidieron dejarme sola, aunque no completamente sola, Valentín siempre me acompañaba, era mi único amigo. Terminé de leer mi libro y lo guardé en uno de los cajones de mi repisa, prendí la radio, estaban tocando una de mis canciones favoritas, volví a recargarme en la ventana mientras que Valentín ronroneaba en mi regazo, podía sentir como la brisa de otoño acariciaba mi rostro y levantaba las hojas que yacían inmóviles en la tierra haciéndolas volar por el enorme cielo azul, esa era yo, una hoja seca que yacía inmóvil, esperando que algún día llegue esa brisa y la haga volar por el firmamento, pero sabía que era imposible, llevaba tantas cosas dentro de mí que era imposible que una simple brisa me de libertad.

Ahí estaba yo, admirando el hermoso paisaje que el otoño me brindaba, soñando despierta con el día en que pueda dejar mis temores, remordimientos y esa maldita culpa que me atormentaba a diario y no me dejaba ser feliz, me quede sentada en mi ventada hasta que el cielo se pintó de un azul más oscuro y las estrellas se encendieron iluminando todo el paisaje, miré hacia el cielo preguntándome si algún día podría alcanzarlo, escuché unos estrepitosos ruidos que ya conocía muy bien, de todas formas lograron sacarme de mi ensueño, volví mi atención hacia el firmamento. Lluvia, era perfecta para relajarme, su sonido apocaba completamente el abrumador silencio que me rodeaba, sin pensarlo, salí y deje que la lluvia me tomara y me envolviera por completo, se sentía tan bien, era como si ella limpiara mi alma y la liberase, dejándola volar sin restricción alguna por los lugares más bellos de la tierra, disfrutaba cada gota que chocaba contra mi cuerpo y resbalaba hasta llegar a la húmeda tierra, el viento soplaba con más fuerza y los arboles comenzaron a agitarse violentamente, era hora de atrapar a mi alma y encerrarla de nuevo en su prisión y junto a ella volvían también el miedo, el remordimiento y la culpa.

Como desearía volver a verlos, aunque sea solo por unos segundos, me hacían tanta falta.

Me tiré en mi cama mirando hacia el techo y mi mente comenzó su viaje a ese mundo mágico que solo existía en mi imaginación, imaginaba como hubiese sido mi vida si ellos estarían conmigo, pero eso solo era posible en mi imaginación, mi corazón se estrujo dentro de mi pecho, al darme cuenta que jamás volvería a verlos. Imaginar, es hermoso, en tu imaginación todo es posible, creas un mágico mundo donde no existe la tristeza, solo hay felicidad y tú lo gobiernas, lo duro es despertar, abandonar tu mundo mágico y caer, caer y darte de cara con la realidad, duele, demasiado.

Los estrepitosos ruidos no dejaban de oírse afuera y tampoco me permitían dormir, eran tan fastidiosos pero a la vez, tan hermosos, caminé nuevamente hacia mi ventana para poder ver los truenos que de rato en rato iluminaban todo con su cegante luz, seguía lloviendo aun con más intensidad y los árboles se agitaban aun con más fuerza, era como si quisiesen escapar, despegarse de la tierra y huir, pero algo los mantenía en ese lugar y no sé qué sea.

La lluvia paro y pude contemplar con mayor claridad el cielo, miré la luna preguntándome si alguien en algún lugar del mundo la contemplaba como yo en ese momento, di un gran bostezo, tenía que dormir ya, dejé que el viento se cuele por mi ventana y que me envuelva en él una vez más, su sonido hacia que mi corazón lata con más intensidad, dejé las ventanas abiertas para que pueda entrar, creyendo que tal vez, solo tal vez pueda levantarme y llevarme con ellos...

La llave de mis sueños (The Beatles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora