Capítulo 3

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Al día siguiente me levanté super contento, por fin la iba a ver, estaba deseando verla. Hacía tanto tiempo...
Fui a desayunar y al parecer no había nadie en casa; no me preocupó, una mañana tranquila, aunque me parecía extraño que todo estuviera tan tranquilo... algo pasaría pronto, el qué no lo sé, pero algo pasaría.
Me tome el zumo de naranja que estaba en la cocina y luego me fui a cambiar, la verdad es que no era una persona que desayunara mucho, normalmente comía lo primero que veía y listo.
Eran las 12 de la mañana, había dormido bastante y como no tenía nada que hacer hasta después de comer, fui a jugar con los perros.
Me dirigí al jardín para ir en busca de ellos.

-Peluxin, Coco, Ayo...- grité para que vinieran hacia mí, pero no vino nadie.

Fui a buscarlos a sus casetas pero no había nada. ¿Dónde se habían metido?
Empecé a buscarlos por el jardín, pero ni rastro de ninguno. De repente oí un coche llegar y fui a ver quién era.
Era mi abuela la que había llegado a casa, no sabía de dónde, pero tampoco me preocupaba.

-Abuela, ¿tú sabes dónde están los perros?

-Ay, pues ahora que lo dices no mi vida, lo siento.

-Bueno está bien.

Era muy raro. Tres perros no desaparecen tan fácilmente, así que llamé a mi padrino para preguntarle.

-Hola padrino, mira, te quería preguntar una cosa.

-Claro, dime. ¿Qué pasó?- dijo preocupado

-¿Tú sabes dónde están los perros?

Silencio

-¿Padrino?

-¿No te lo ha dicho tu abuela?

-Decirme exactamente el qué- dije confundido.

-Lucas, hace unas semanas encontramos a tu abuela dandole con un palo de hierro a Peluxin porque no le gusta que le lama, y claro, le dio tanto y tan fuerte que lo mató.- silencio.- Días después, encontramos a Coco atropellado en medio del jardín, y tu abuela nos dijo que no se había quitado cuando ella estaba conduciendo.- más silencio.- Y como no queríamos que Ayo también muriese se lo dimos a unos vecinos de mis padres.

-¿Qué..?- dije no sé si sorprendido, decepcionado o con ganas de llorar.

-Lo siento mucho Lucas, en serio.-intentó tranquilizarme.- Sé lo mucho que querías a esos perros.

-No, no lo sabes; estoy viviendo con una puta psicópata que mató a mis perros, y quién dice que no me matará a mi también.- se me escaparon unas lágrimas de los ojos.

-Lucas, no te va a pasar nada. No mientras yo viva en esa casa.

-Ya claro, quizá no físicamente, pero si psicológicamente.

-Lucas...

-No, mira, mejor hablamos más tarde, me tengo que ir.- y al decir eso colgué.

Empecé a hiperventilar. ¿Cómo alguien podría hacerle eso a unos indefensos perros? Y lo que me daba más miedo, ¿si podía hacerlo con perros, quién dice que no con personas?
Entré a la casa ignorando cualquier cosa que me decía mi abuela. Abrí la puerta de mi habitación y la cerré de un portazo. Me tiré el cama y me intenté regalar ahí.

-¡¡Lucas!!- golpearon la puerta de mi habitación.

-No me molestes.- grité lo más fuerte que pude.

Silencio. Creo que ya no me iba a molestar en un buen rato, así que intenté relejarme poco a poco.
Pasados 10 minutos ya me había tranquilizado y había dejado de llorar, pero seguía en estado de shock. Era mi abuela... como alguien de mi sangre, tan cercano a mí hubiera podido hacer eso. Era de locos.
No quería pensar en eso más, no me iba a servir para nada, bueno si, para ganarme peleas, y no me apetecía nada pelear. Lo único que quería era ir a verla, así que no esperé más. Salí de la casa, cogí la bicicleta y empecé a pedalear. Podía ver como iba pasando las calles poco a poco. El viento me venía de frente, y me gustaba esa sensación.
Por fin llegué, la iba a poder ver, estaba tan emocionado.
Me bajé de la bicicleta y me dirigí hacia ella. Y allí estaba.

Sofía García 2005-2019

Y ahí estaba, en frente de mí. La querida tumba de mi hermana mayor. Cuanto la extrañaba; esos helados por la mañana, aunque mamá nos decía que no; cuando me cortaba el pelo; cuando le contaba un chite penoso y ella se reía para no hacerme el feo... echaba de menos esos momentos a su lado, la echaba de menos a ella.

Me quedé mirando la lápida por bastante tiempo hasta que me senté enfrenté de esta y le empecé a contar todo lo interesante que me había pasado este año.

No sé cuánto tiempo estuve hablándole, pero bastante. Estaba tan contento de poder verla; tenía tantas cosas que contarle... pero a la vez me vino el recuerdo de ese día. El día que mi querida hermana murió.
Sofía y yo estábamos dando un paseo por el bosque un día que nos aburríamos; ella me estaba contando las muy malas experiencias que había tenido con todos los profesores de Física y química y lo mucho que odiaba esa asignatura, al contrario que yo, porque a mi me encantaba esa asignatura. Entonces le empecé a picar con que yo era mucho mejor en ciencias que ella. Y Sofía empezó a correr detrás de mí para poder pegarme una colleja cuando yo paré en seco al ver el sol en el horizonte, estaba muy bonito en medio de los árboles. En ese momento fue cuando Sofía me dio un empujón y yo caí hacia delante mientras un árbol caía encima de mi hermana. Me levante rápidamente e intente ayudarla, pero ya estaba tirada en el suelo, muerta por el impacto de aquel gran árbol. Yo empecé a llorar y a gritar mientras pedía ayuda, pero nadie me contestaba. Nadie estaba allí menos el cuerpo de mi hermana y yo.
A las dos horas un señor me encontró llorando, abrazado a Sofía, o la parte que no estaba debajo del árbol. Me preguntó cosas, pero yo sólo podía pensar en mi hermana y en que no la volvería a tener a mi lado molestándome. El que tendría que haber muerto era yo, no ella. No tendría que haber parado, si no lo hubiera hecho, nada de esto hubiera pasado y yo tendría a mi hermana viva, al lado mía.
No sé cuantas veces me culpé por su muerte, pero demasiadas.
Me costó mucho volver a la normalidad sin ella, pero a base de terapia y ayuda de mis padres pude, o eso creo. Mi vida no es igual ni parecida a la que tenía antes, con mi hermana.
Volví a la realidad y estaba allí sentado enfrente a la tumba, ojalá estuviera conmigo, no sé cuantas veces le pedí que volviera mientras lloraba por las noches, mientras pensaba en suicidarme, mientras me cuestionaba como hubiera sido mi vida si ella estuviera aquí. Pero así era mi vida y aunque no me gustara, tenía que seguir viviendo por ella.

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Autora: Bueno... la parte buena es que ya sabemos quién es ella, la mala es que no creíamos que fuera así.
Siento no haber escrito antes, pero estuve bastante ocupada y con bastante jaleo.
Espero que les haya gustado este nuevo capítulo <3

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