Capítulo 8

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Ya han pasado un par de días de cuando encontré a mi bisabuela tirada en la calle sin vida... Solo quiero llorar y dejar de existir; todo el mundo dice que los hombres no deben llorar para no verse débiles en frente de nadie, pero no es así, los hombres también tenemos sentimientos y tenemos derecho a llorar.

Solo eso, llorar, pero no podía, no me salían las lágrimas. Estaba perdido siempre en mi mundo con la vista puesta en algún lugar. Si me hablaban no contestaba, no comía, no utilizaba el móvil, me desvelaba por las noches... Solo existía sin hacer nada.

Me encontraba en el funeral de mi bisabuela, no podía creerme todavía que se había ido. ¿Qué pasaría con esas fiestas familiares que se celebraban para que ella estuviera feliz? ¿Qué pasaría con esos cafés los domingos por la tarde? ¿Qué pasaría con los días que le tenía que ir a su casa a darle la merienda y a limpiarle la casa? ¿Qué pasaría con todo eso? Todo eso se esfumó con una sola ráfaga de viento. Tiene gracia como una única persona puede cambiar a toda una familia y eso era lo que era ella para esta familia, el hilo que nos unía a todos, pero que una vez que faltase no se nos podría considerar familia como tal. Solo seríamos unos desconocidos que por algún pariente estaríamos en el mismo árbol genealógico, pero nada más.

Estábamos casi toda la familia en la iglesia del pueblo, había venido gente de Suiza y de distintas partes de Galicia, unos hablaban alemán, otros francés y otros español y gallego.

Ya habíamos estado en la misa y era la hora de enterrar a la abuelita. Ella el año pasado siempre mientras le preparaba la merienda me decía que cuando ella muriera, en su entierro le gustaría que yo dijera unas palabras delante de toda la familia, y yo siempre le contestaba lo mismo: "Bueno abuela, usted no se preocupe por eso, falta mucho todavía para que tenga que decir yo nada. Pero bueno, si se queda más tranquila, le prometo que diré unas palabras dedicadas a usted."

Y eso fue lo que hice, mientras todos en mi casa dormían o lloraban en silencio, yo me dedicaba a escribir lo que diría en su entierro.

Le pedí al cura si podía decir algunas palabras y cuando ya tenía la atención de toda la familia respiré hondo y comencé a leer: -Hola a todos, sé que es un momento muy triste y delicado para algunos y otros únicamente fueron obligados a venir, pero bueno, seguramente la abuelita por mucho que hubieran ido o no les acogería en su casa con una sonrisa de oreja a oreja y eso no será menos en su funeral, porque ella siempre quiso eso, que estuviéramos todos juntos como una familia unida, tanto para lo bueno y para lo malo. Para los que no me conozcan me llamo Lucas García y soy uno de los muchos bisnietos que tiene la abuelita. Aunque ella y yo tuvimos pocos años para conocernos y estar juntos, para mí era una de las mejores personas que tenía en mi vida, porque daba igual lo que le contarás o lo mal que estuviera, pero siempre tenía una sonrisa que regalarte y era una de esas sonrisas que no se te olvidan nunca, porque te las daba tan honestamente y sin nada de envidia ni mal que te preguntabas a ti mismo, dios, ¿pero esta mujer tuvo o  tiene algún problema? Si señores y señoras, esta señora que está al lado mía tuvo más problemas de los que se puedan imaginar y ya no hablemos de la economía ni de lo que la política pudo causar en las familias humildes, sino de lo que ella misma creó junto al bisabuelo, esta familia. Tuvo 8 hijos de los que a dos los tuvo que enterrar, tuvo que soportar el suicidio del bisabuelo y la muerte de mi tía Covadonga en su propia casa. También enterró a bastante gente de la familia como a sus hermanas, a mi abuelo y a mucha gente más; y todo eso lo lloró en silencio porque yo estuve allí con ella en el velorio de una de sus hermanas y no soltó ni una sola lágrima delante mía, eso es de admirar. No se lo que tuvo que soportar cuando era pequeña, yo hablaré de lo que sé con certeza, pero da igual que es lo mismo de doloroso porque hay personas de nuestra familia a la que habría que enterrar viva. A ver por donde empiezo. Primero, hablaré de mi familia más cercana; mi bisabuela tuvo que aguantar los tratos de su hija alcohólica; porque  si señores, mi abuela es alcohólica; que aunque no fueran malos tratos no eran de los mejores. Le preparaba comida que daba asco verla y muy pocas cantidades y luego yo tenía que soportar que llegara a casa y dijera: "Es que la abuelita se está apagando y tengo miedo de que un día me la encuentre tirada muerta en su habitación". Vaya abuela, no te salió bien el cuento porque al final la que la encontré tirada sin vida fui yo. Y sé que estas ahí escuchándome en medio de la gente y te aviso, como te atrevas a decir algo, te juro que voy a soltar aquí mismo todo lo que tengo que soportar contigo y creo que eso no te conviene.- di un respiro profundo y seguí hablando.- Luego tuvo que soportar que casi todos sus hijos quisieran mandar en su casa, sobre dinero y sobre lo que se hacía y lo que no se hacía en esa casa, pero ninguna limpiaba la casa ni se preocupaba por ella por la semana o solo la iban a ver una vez a la semana, ¿verdad abuela? ¿Verdad tía Estrella? La verdad es que ninguna mandaba, solo mandaba la bisabuela porque era su puta casa, si queréis mandar ir a hacerlo en vuestra casa no allí. Las otros hijos no os columpies, solo las nombro a ellas dos porque son las principales, pero vosotros también tenéis vuestras cosas que cualquiera lo escucha por allí y se vuelve loco, ¿verdad tíos? vosotros sabéis por qué lo digo. La verdad es que yo no me parezco mucho a mi bisabuela en casi nada, porque ella no os echaría nada de esto en cara ya que ella es una buena persona, pero yo... yo no. Yo me harté de todos vosotros y de los falsos que sois todos los hijos de la abuelita. No, ninguno de vosotros y de vosotras ha sido un buen hijo o hija de la bisa, no os merecéis que una persona tan buena y tan humilde se haga llamar vuestra madre la verdad, pero bueno. Después de este discurso no quiero que ninguno me venga a regañar o a decir algo porque juro que soltaré toda la rabia y resentimiento que tengo acumulado.- sentí algunas miradas de menosprecio hacia mí, pero no me importó, yo solo seguí hablando.- La verdad es que no necesito decir lo maravillosa que era la abuelita porque eso todo el mundo lo sabe, lo que si que quiero decir es que toda la herencia va a ser para mí y para mi madrina que fuimos los que la cuidamos, así que iros todos a la mierda. Ala, un beso.- y con eso me despedí y salí de la iglesia, la verdad es que me había quedado muy ajusto a decir todo eso y me sentía libre.

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