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    ______ salió como una bala hacia el vestíbulo, se chocó con alguien murmurando unas palabras de disculpa y acabó apoyándose en una de las columnas de piedra.
Estaba conmocionada. Pero también furiosa por tener los ojos llenos de lágrimas. Tragándose la angustia, miró alrededor para encontrar la salida.


-Permítame que le ofrezca un aperitivo -escuchó una voz masculina.
______ se encontró con un hombre bajito al que conocía bien. Latif, el ayudante de Justin, a quien había visto varias veces el año anterior.
-Latif...
-Por favor, acompáñeme.


El hombre la llevó hasta un saloncito decorado a la europea. Agradeciendo el aire acondicionado, ______ se dejó caer en el sofá y buscó un pañuelo en su bolso.
Latif se quedó cerca de la puerta, a una distancia respetuosa, mientras varias criadas entraban en el salón llevando bandejas. Una por una, fueron sirviéndole café y típicos pasteles árabes para salir después caminando hacia atrás y haciendo exageradas reverencias. Presumiblemente, muchos visitantes y dignatarios extranjeros eran tratados con aquel servilismo, pero ______ se sentía incómoda.


-Creo que el calor la ha mareado -rompió por fin el silencio Latif-. Espero que se encuentre mejor.
-Sí, gracias -murmuró ella-. ¿Sabes cómo puedo ayudar a mi hermano?
-Le sugiero que vuelva a entrevistarse con el príncipe Justin.


¡Menudo consejo! ______ intentó no soltar una carcajada amarga. Desde luego, Latif no tenía ni idea de lo que había ocurrido entre ellos unos minutos antes. «Entrégate a mí». No había forma de malinterpretar aquella frase. Seguía estupefacta por aquella sugerencia. Que Justin, un hombre educado en la Universidad de Oxford, sugiriese aquella estupidez la dejaba perpleja.
Él seguía convencido de que, un año atrás, había querido acostarse con él por dinero. O, más bien, para chantajearlo, acusándolo públicamente de haber mantenido relaciones sexuales con una chica de dieciocho años. Pero ella no tuvo nada que ver con el intento de chantaje. Había sido idea de su padrastro y ______ se quedó tan horrorizada como el propio Justin.
Él la veía como una buscavidas de la peor clase y, a pesar de sí misma, los ojos de ______ volvieron a llenarse de lágrimas. ¿Cómo podría convencerlo de que era inocente? ¿Merecía la pena intentarlo siquiera?


-Gracias por el café, Latif.
-Enviaré un coche a buscarla. Mañana, si le parece.
-Volver aquí sería una pérdida de tiempo.
-El coche estará a su disposición todo el día.


Evidentemente, Latif quería que su hermano saliera de prisión. ¿Por qué sino se involucraba en el asunto? ______ volvió al hotel y cuando entraba, con los hombros caídos, Percy se acercó a ella.


- ¿Qué ha pasado?
-Lo único que he conseguido es... una proposición indecente -suspiró ella.
- ¿Y qué? ¡Tienes que hacer lo que haga falta para sacar a Adrián de la cárcel!


______ ni siquiera se molestó en contestar. Estaba acostumbrada a las salidas de tono de su padrastro. A Percy lo único que le importaba era Adrián.
¿Y no debía ser eso también lo único que le importara a ella?
Su hermano nunca había sido demasiado brillante y él mismo se había metido en aquella trampa. ¿Cómo iba a sacarlo de la cárcel?, se preguntó. Pero si no lo hacía, se pondría enfermo, estaba completamente segura.
Agotada, llamó al servicio de habitaciones y pidió lo más barato de la carta.

Después, se obligó a sí misma a enfrentarse con los hechos: su hermano estaba preso en una cárcel de Jumar y el príncipe no pensaba mover un dedo para sacarlo de allí. Justin estaba convencido de que ella era de la misma calaña que su padrastro y, le gustase o no reconocerlo, una mentira adolescente había sido el principio de aquel desastre. ¿Quién habría podido imaginar que una pequeña mentira pudiera acarrear tanto dolor?

Chantaje al Amor (Justin y tu) ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora