Verdades

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El viento se levantó con susurros que traían verdades ocultas en secretos, envueltas como si fueran finos puñales de hielo, amenazando esa luz, que brillaba cada vez menos.

Porque ahora, los espacios crecieron, entre falsas ilusiones que susurraron dudas y miedos.

El viaje de regreso fue bastante más tranquilo de lo que esperaban. Luego de haber conversado la situación, no volvieron a tocar el tema, ni tampoco hubo más avances; las cosas quedaron tal cual. Él, continuaba caminando a su lado como cuando viajaban de ida, y ella continuaba hablándole como si nada hubiese pasado.

Aún cuando ambos sabían que era un acto.

Porque, después del último encuentro, pensar en lo que podía haber ocurrido les perturbaba de maneras que jamás habían experimentado.

Él, sabía que no podía dilatar más la situación; que el momento había llegado.

Ella, buscaba una salida para que las cosas volvieran al rumbo normal en el cual alguna lejana vez se habían movido. Y una idea surgió.

Dentro de su desesperación por olvidar, por enfocar sus energías en lo que debería importarle mucho más, y por tomar el camino que tenía destinado a continuar, la curiosidad se plantó en su corazón: quería saber quien era su prometido.

Hasta ese día, su identidad jamás había sido motivo de discusión; nunca le había importado conocer de quien se trataba, ni como era, porque a fin de cuentas, no iba a importar si se gustaban o no, la unión se realizaría sin cuestionar. Pero ahora, las cosas eran distintas.

Ahora, ella estaba entregando su corazón sin poder evitarlo; ahora, ella estaba buscando una salida desesperada de esa situación.

Quería saber quien sería su compañero de vida. Quería conocerlo y llenarse de pensamientos de como serían sus días juntos; olvidar las dudas, y ver si tenía alguna oportunidad de entregarle su corazón.

Enfocarse en eso era su mejor opción para arrancar esos sentimientos que Shikamaru comenzaba a despertar.

—Hinata—llamó al verla distraída mientras cruzaban la entrada de Konoha.

Ella, al escucharlo, llevó su mirada en su dirección.

—Mañana—continuó—, te espero a las 3 de la tarde en el sauce para conversar.

Se giró para marcharse antes de que ella pudiera decir algo más o negarse a la reunión. Y se perdió, en medio de las oscuras calles de la aldea a esas horas de la noche.

Cansada, luego del largo viaje, caminó sin mayor preocupación hacia su departamento, lista para descansar.

Despertó un poco más tarde de lo habitual producto del largo viaje, y se levantó con renovadas energías, para prepararse para todo lo que debía hacer ese día: visitar a su padre y preguntar por su prometido, pasar a saludar a Kiba y Shino, limpiar su departamento y finalmente, juntarse con Shikamaru.

Entro a la ducha sin pensar, tratando de mantener la cabeza en blanco o enfocada en las cosas más simples que ese día le importaban: llenar su despensa con viveres, cocinar o cualquier otra cosa que no le comiera de ansiedad como ir a ver a su padre o juntarse con el Nara.

Se vistió con un agradable vestido de invierno y se encaminó hacia la cocina para preparar el desayuno, cuando su puerta sonó.

Extrañada de que alguien apareciera a esas horas de la mañana en su departamento, se acercó y abrió. Y nada más al ver esa cabellera castaña y grandes ojos claros, su día se iluminó: Hanabi.

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