Capítulo 16

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Narra Enrique

Selene era una persona bastante fuerte y tenía la capacidad de salir ganando siempre, nunca había sabido de una vez en la que no haya salido victoriosa de algo que se haya propuesto.

Y eso hacía que la admirase aún más.

Dos semanas habían pasado desde que salimos de ese canal de televisión exponiendo a su hermano, su ex mejor amiga, su ex novio y al padre de éste. Ella había contado todo sin faltarle el más mínimo respeto a alguno de ellos, aunque se notaba en su cara que se estaba conteniendo para no hablar de más y perjudicar todo su plan.

Ella dormía plácidamente en la cama mientras yo paseaba a la bebé que se había despertado durante la madrugada debido a un pañal sucio. Era perfecta, ambas lo eran, estaba enamorado de ambas.

Y no podía parar de preguntarme que: ¿Cómo hubieran ido las cosas si le hubiese hecho caso a mis instintos hace siete años?

Sinceramente yo mismo no sabía como había sido capaz de haber estado enamorado de otra persona todo ese tiempo, y sólo podía atribuirlo a que estaba lejos de ella.

Las clases en la universidad habían empezado hace una semana, y obviamente los rumores de que una alumna de la facultad tenía un romance oficial con un docente no se hicieron esperar.

Seguro sólo lo hace por nota.

Es muy mayor para ella, seguro es su sugar daddy.

¿Acaso no hay mas chicas aparte de ella?

Ella ni es tan guapa.

Lo peor de todo es que todos esos rumores se originaban y rondaban entre mujeres, porque los hombres vivían embobados con ella y morían por tener su número de teléfono o siquiera pertenecer a su grupo de trabajo.

La bebé volvió a quedar dormida y yo volví a recostarme al costado de quien quizá era el amor de mi vida, ella tenía esa facilidad de hacer que la gente se sintiese atraída hacia ella y se sientan cómodos con su compañía, pero el hecho de que ella me eligiese a mi para acompañarla todos los días en lo más íntimo de sus días, sólo hacía que me sienta más afortunado de lo que por sí ya me sentía.

Me acosté de nuevo en la cama y la pegué a mi sujetando su cintura, aspiré el olor de su cabello, ella se movió un poco pero se acomodó de manera perfecta a la posición para que nuestros cuerpos encajen.

-¿Mmm?

-Shh, tranquila, vuelve a dormir- ella se volteó para verme a la cara- no quería despertarte.

Ella sonrió un poco y yo le devolví la sonrisa, me quedó mirando directamente a los ojos y en ese momento, en ese preciso momento, supe que estaba en el momento y en el lugar perfecto, ese con el que estuve soñando media vida y que siempre estuvo frente a mi.

Le di un pequeño beso en los labios y ella volvió a sonreír, antes de pronunciar aquellas palabras, esas que me devolvieron la vida y las ganas de ser el mejor hombre del mundo para ella.

-Te amo- susurró.

El corazón me amenazaba con salir disparado de mi pecho.

Sonreí grande, sonreí con ganas y volví a besarla.

La besé como si no la hubiera visto en años.

Ella sonrió, me conocía lo suficiente como para saber que esa era mi respuesta, que el sentimiento era mutuo. Pero quería asegurarme que ella supiera de mi boca lo mucho que había anhelado oír eso.

Eres tú, mi serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora