Capítulo 4

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Narra Selene

Me tuve que disculpar con Benny y Enrique, puesto que, al darme cuenta de la situación, realmente tenía que Regresar a Trujillo con suma urgencia, si no, hasta podrían venir a buscarme, y lo último que quería era que vengan y me perturben el único lugar que tenía como refugio para mi misma. Ambos entendieron y se despidieron de mi antes de retirarse a su departamento.

Rafael llegó una hora después, en el taxi negro de siempre que me trasladaba dentro de Lima. Media hora después estaba en el aeropuerto, adentrándome en la sala de espera de los aviones privados que llevaban a la ''Élite'' nacional, uno de ellos, perteneciente a mi abuelo materno.

Volando a Trujillo, que en ese transporte tan sólo se encontraba a una hora, pensé que quizá no debía cumplir aquella promesa. Que quizá era algo que en su momento sonaba romántico y todo, pero que ahora que ya era una realidad llegaba a ser una carga, de esas pesadas, de esas que me podía quitar de encima con una simple negación, una contra demanda y un par de firmas.

Llegué a mi ciudad cuando ya estaba anocheciendo y el ocaso ya se hacía notar en Huanchaco (playa cercana al aeropuerto). Fuera de este me esperaba mi primo, Efraín, él era piloto y casi nunca paraba en casa, por ello, me lancé a él con emoción cuando lo vi frente a mí con su traje de trabajo y sus cabellos negrísimos- como los míos- moviéndose en el viento, apretujándolo con mis brazos al rededor de su cuello.

-¡Primito! ¡Estás aquí!- dije sin ocultar mi enorme sonrisa y tocándole los brazos para sentir que realmente era él.

Su sonrisa se ensanchó en respuesta.

-Parece que aun recuerdas a tu primito precioso.- dijo con un tono presumido.

-Por su puesto que si, las caras bonitas y feas son difíciles de olvidar ¿Sabías? Y tu eres del segundo grupo.

Solté una carcajada y él se me unió, después de calmarnos subimos al auto y empezó a conducir rumbo a mi casa. Efraín vivía a cinco minutos en auto, y quince caminando, de mi hogar, es por eso que le había ofrecido a mi papá el recogerme, además en el camino me comentó que toda la familia estaba reunida.

¿Y eso por qué? Se suponía que el asunto sólo lo sabían mis padres, después de todo era una promesa un tanto infantil, pero un Onassis nunca rompía una promesa, por más infantil o pequeña que fuese, por eso estaba ahí, pero mi familia no tenía nada que ver... no entendía por qué estaban todos ahí.

Mi primo tampoco supo darme razón respecto al asunto, ya que él llegaba después de cuatro días a casa por un vuelo ida y vuelta a no se qué parte del mundo; en pocas palabras ambos estábamos en la luna de marte.

-Llegamos.

-Ojalá no sea algo muy grave..- dije algo cansada.

-Pido lo mismo.

Ambos bajamos del auto y él me ayudo bajando mi pequeña maleta, caminamos a la casa y abrí la puerta con la llave que mi padre me permitió guardar.

Tal y como dijo Efraín: Toda la familia estaba ahí ¡Absolutamente todos!

Mis catorce primos, desde el más chiquito al más grande; mis hermanos, jugando con mis primos; mis cuatro tíos; tres por parte de mi mamá y uno por parte de mi papá; mis cuatro abuelos, mis padres y hasta el señor Poemape con el que parecía un notario u abogado.

-Buenas noches...

-¡PRIMA!- mis primos, trillizos, dos hombres y una mujer, se me lanzaron encima.

- ¡Te extrañamos mucho! ¿Dónde estabas?- preguntó Diana, la única nena de la camada de tres.

-Yo también los extrañé mucho- le dije agachándome a su altura- Y... estaba estudiando para salir en la tele.

Eres tú, mi serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora