Prólogo

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-¿Casacas de invierno?

-Listo.

-¿Cepillo de cabello, secadora y onduladora?

-Listo.

-¿Zapatillas, valerinas, tacos y mocasines?

-Listo.

-¿Toda tu ropa?

-Listo.

-¿Una vida amorosa?

Estuve a punto de responder, pero me di cuenta de las intenciones de mi hermano menor que, por cierto, ya estaba completamente rojo y a punto de explotar de la risa.

Lo miré mal.

Mi hermano Helios era un año menor que yo, lo habían procreado cuando yo apenas tenía cinco meses en este mundo; y el muy bandido, queriendo ser el centro de atención desde siempre, nació sietemesino, es decir: prematuro.

Aún así mis padres cuentan que fue un niño bastante gordo y saludable, por lo que estuvo sólo un mes en la incubadora. Helios ha sido mi muñequito y compañerito desde entonces.

Él era rubio, muy rubio, de ojos color caramelo y piel blanca, un jovencito bastante guapo a decir verdad, se parecía mucho a mi abuela materna.

Y aunque éramos bastante unidos y de cierta forma parecidos, nunca perdía una oportunidad para molestarme, con lo que sea, pero lo hacía. Y obviamente su principal punto siempre era mi vida amorosa.

¿Por qué?

Pues sucedió que mi único novio, o mejor dicho EX novio, me dejó por irse con su mejor amiga y ex mejor amiga mía, esa amiga de la que ''no te debes preocupar, porque la considera como una hermana'', precisamente terminamos por su servidora se descuidó y decidió creerle por completo a su entonces novio, y bueno, también porque el que consideraba el amor de mi vida... era un perro de mierda.

¿Lo peor de todo? íbamos al mismo colegio, mi hermano, Felipe- mi ex novio-, Carolina- la zorra de su amiga- y yo. Carolina, una de las mejores alumnas del colegio, con un promedio casi excelente, y una puta de primera.

¿Por qué lo aseguraba? Se preguntarán...

Pues porque nada más y nada menos que yo, era la que le llevaba dos puntos en el promedio.

Primer puesto de la promoción, brigadier de aula, policía escolar y jefe de brigadieres de defensa civil; yo, era su principal competencia, y no sólo en asuntos académicos, si no su competencia para amarrar a Felipe... se rumoreaba que ella coqueteaba con los docentes para que no la interrogasen en clase, haciéndola quedar siempre bien, ya que además de eso, se ganaba unos buenos puntos extras en los exámenes, que mis compañeros y  yo, nos desvelábamos por obtener.

No era justo para nadie, sin embargo no podíamos acusarla. 

¿Por qué? 

La dueña del colegio era su tía, compartían sangre y apellido, y digas lo que le digas a la directora... no la expulsaba, mis amigos y yo llegamos a la conclusión de que sí nos creía pero que no hacía nada sólo porque era su sobrina. Con los años, le restamos importancia, y como predije, le gané el premio de excelencia, quedando ella como segunda... hubiera sido muy descarado de parte de la directora dárselo a ella ¡El colegio entero se hubiera tirado en su contra!

Ya ahora, tanto Felipe como Carolina, aparte de ser pareja y estudiar juntos en la universidad privada más cara de la ciudad, están esperando un bebé... Lo sé, encima de traicioneros, estúpidos. En un principio me enojé, al punto de no parar de llorar y poner patas pa' rriba mi dormitorio, pero luego reaccioné- en realidad después de dos semanas- y dejé mi depresión y mandé mi postulación a la universidad que quería, y tres semanas después me admitieron, viajé a hacer mis trámites de ingreso con papá, y ahora iré a vivir sola.

-Ya cálmate, me vas a extrañar al final de la otra semana, cuando no haya nadie quien alegre tu miserable vida...- dijo entre risas y tratando de calmarse.

Le tiré una almohada de logró esquivar ¡Futbolista tenía que ser!

-Ya cállate imbécil, en una hora debo ir al aeropuerto y yo sigo perdiendo el tiempo contigo...

-No digas eso hermanita- dijo mientras se sentaba en mi cama- que si no, no te mandaré el dinero que ganaré vendiendo todos esos regalos que te dio Felipe.

-TE MATO- dije exagerando mi pronunciación y señalándolo con mi índice- ¡Necesito que las vendas lo más pronto posible!

-No te olvides que me quedo con el veinte por ciento- canturreó.

Sonreí.

-Lo recuerdo, convenido.

- Tantas cosas caras que te dio... A las finales si servirán de algo.

Ambos sonreímos.

Miré mi habitación y tomé una fotografía mental de todo, mis padres habían prometido no tocar nada, ni usarla de almacén, sólo mantenerla limpia y ya.

-Te extrañaré marciano- dije despeinando a mi hermano.

-Y yo a ti muñeca...

Le di un beso en la mejilla y me acosté junto a él.

Odiaba admitirlo, pero muy en el fondo de mi ser, si extrañaría al idiota de mi hermano.

***


Eres tú, mi serDonde viven las historias. Descúbrelo ahora