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La hermosa vista del cielo despejado era todo lo que había extrañado alguna vez, incluso era relajante para él estar ahora sintiendo la brisa del mar golpeando su rostro, extrañaba la sensación de ser salpicado con agua y los rayos del sol golpeandole la piel.

Ahora que lo recordaba, debía aplicarse más bloqueador.

A su lado boca abajo, estaba su querido esposo Jungkook, recostado mirándole con ojos de cachorro y una mirada suplicante.

Suspiró cansado y volvió a mirarle.

— Ya te dije que no, esta no es una playa nudista, descarado.

— No tiene que ser aquí. Pero que lo hayas pensado me hizo quererlo más. ¿Nos imaginaste haciéndolo aquí en la arena?

— Sueñas Jeon. Toma, ponte esto o parecerás un camarón y yo no quiero cuidarte después.

— Pero si a ti te encanta cuidarme, señor Jeon.

El de cabello púrpura se recargo en sus codos, le encantaba causar pequeños sonrojos en Jin a pesar de que lo conocía mejor que nadie. Simplemente amaba todo de él.

— No hagas tus escenas aquí, o harás que nos vuelvan a echar por exhibicionistas.

— En mi defensa, no debiste llevar unos pantaloncillos tan cortos ese día. Sabes lo mucho que me gustan tus piernas.

— Ellas están allí simplemente existiendo y a ti te vuelven loco sin hacer nada.

— Sip, tu me vuelves loco sin hacer nada.

De nuevo, las mejillas de Jin tomaban un tierno color rosa que trataba de ocultar poniéndose esta vez sus lentes de sol y tomando su celular para ignorar a Jungkook. Que sólo rio y volvió a echarse a la arena sabiendo que había conseguido lo que quería.

Jin recibió un mensaje de Taehyung, que le decía que estaría de nuevo en Corea la próxima semana. Eso era bueno para ellos, su viaje se había extendido unos meses más y a Jin le incomodaba un poco tenerlo fuera.

Pero cuando Tae confirmo que efectivamente llevaba con él compañía, entonces entendió que sus "vacaciones" habían sido más un viaje para encontrar pareja.

Incluso le sacó mucho sobre su pareja, esperaba la descripción de una bonita morena con curvas delineadas y sonrisa de comercial, pero en su lugar recibió la foto de un chico.

Lo descolocó por unos segundos, pero no pudo reclamar nada cuando tenía justo ahora dando caricias a su muslo la mano traviesa de su esposo.

— ¿Qué cuenta Tae? ¿Nos traerá por fin a su hawaiano bailarín?

— Al parecer sí. Pero no es un hawaiano, es coreano también. Dijo que se llama Jung Hoseok.

— Bastante coreano para mi. Sólo fue al extranjero para unirse a un coreano de nuevo, woah.

— Pero según él baila muy bien, me mando un video donde mueve su... ¡Oye dame mi teléfono!

— No quiero que veas a otro hombre bailar. ¿Quieres que lo haga para ti? Lo haré.

Aún estando enojado con él, no podía negar que fue divertido ver como su esposo tenía siempre alguna ocurrencia que lo hiciera reír. Le encantaba no ser el único que sacara a la luz su extraña personalidad.

Y cuanto más amaba que las hermosas chicas que pasaban por allí a admirar a su esposo, huyeran con la cola entre las patas cuando veían que el peli púrpura le besaba o le gritaba cuanto lo amaba.

No debía sentirse satisfecho pero lo hacía.

— Mira eso, Jin. Una silla de salvavidas, como en los viejos tiempos.

watermelon sugar; jeongjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora