𝑺𝒂𝒘𝒂𝒌𝒐 𝑲𝒊𝒎𝒖𝒓𝒂

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Musutafu, Japón.
14 de Octubre.

La luz matutina iluminaba la habitación de Yuuki Harada, el cual desde hace una hora se encontraba despierto debido a la propia emoción de la visita escolar.

Era algo que había estado esperando desde hace semanas y finalmente estaba a punto de presenciar la gran cantidad de avances científicos que StarLabs exhibiría.

Sin embargo, también se encontraba en una situación alarmante, siendo visible como el joven recién alistado ponía de cabeza a toda la habitación.

Básicamente, Yuuki revolvía entre sus cosas para buscar un pequeño objeto en particular, desordenado su escritorio, armario e incluso hasta su propia cama.

Cualquiera que lo mirara, pensaría que aquel joven realmente había enloquecido, pero estos momentos, era donde el estudiante deseaba con todas sus fuerzas que el universo fuera piadoso con él por tan solo un día.

Después de varios segundos sin tener éxito, Harada dejó salir unas palabras de frustración.

¿Dónde rayos deje ese carnet escolar? Exclamó el joven azabache mientras seguía en su búsqueda. —¡Mutou va matarme de nuevo! —Mencionó recordando a su profesor.

La razón de su búsqueda se debía a que dicho carnet era obligatorio para poder entrar al edificio de StarLabs. Por esto mismo, la posibilidad de quedarse afuera generaba una gran preocupación en el adolescente que únicamente quería iniciar un día común.

Eternos segundos transcurrieron mientras el estudiante seguía en su laboriosa tarea, terminando por retirar algunas cajas que se hallaban en una esquina de la habitación.

Estas contenían diversas pertenencias que Harada se negaba a desechar, debido a que tenían un gran valor para él, tratándose de recuerdos de su infancia.

Sin embargo, después de revolver y retirar las numerosas cajas presentes, sus súplicas fueron escuchadas.

Inmediatamente, Yuuki divisó aquel carnet de color azul que lo acreditaba como estudiante de su instituto, aliviando todas sus preocupaciones y mejorando considerablemente su mañana.

¡Aquí estas! —Alzó la voz con gran entusiasmo. —Parece que hoy es mi día de suerte. Comentó de vuelta mientras mantenía una sonrisa de felicidad.

Sin tentar a su surte, el joven de anteojos guardó el carnet en su bolsillo y dirigió su mirada hacia su alrededor, dándose cuenta del gran desorden que había dejado a su paso.

Dejando salir un suspiro de cansancio, Yuuki miró la hora en su celular para asegurarse que todavía tenía tiempo, faltando cerca de una hora para que la exhibición comenzará.

Por esto mismo, el adolescente de cabello oscuro se dispuso a ordenar completamente su habitación, recogiendo todo lo que había tirado al suelo y acomodando cada pertenencia a su respectivo lugar.

Pero mientras realizaba esta actividad, el azabache desvió su mirada a un extraño objeto que cayó desde la última sección de un estante, el cual había sido movido accidentalmente al colocar una de las cajas.

Visiblemente confundido, el joven de anteojos detuvo su actividad y se desplazó hacia el estante que se hallaba a solo un par de metros de su posición. Al intuir que quizás era alguna de las antiguas pertenencias que conservaba, el adolescente se agachó y extendió su mano para tomar el misterioso objeto.

Apenas tardando unos segundos, Yuuki cumplió con la tarea y se colocó nuevamente de pie, sacudiendo su ropa debido al polvo que se encontraba cerca de aquel estante.

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