-- ¿Estás seguro de esto, Keishin? -- preguntó el doctor Nekomata mientras se acomodaba el cuello de la camisa -- la academia te envío a los 5 peores médicos de la región. ¿Que garantía tienes de que no hundirán este hospital más?
-- Todos merecemos...
En este capítulo se tratan temas delicados como el suicidio, la drogadicción y la mafia. Favor de guardar discreción y evitar la primera parte (hasta el separador) si eres sensible a este tipo de temas.
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Mika Ennoshita lucía desesperada.
Estaba sentada en una silla alta del desayunador, mientras con fuerza apretaba el teléfono celular que tenía entre sus manos. ¿Ahora qué demonios iba a hacer?
Vio una botella de ron en lo alto de la alacena y dudo 2 segundos en tomarla para ahogar con ella los problemas como había venido haciéndolo desde hace tiempo, pero se detuvo. Aquello en lo que se había metido era mucho más grave que todo lo que había sufrido en su vida; y lo peor es que aquello ya no tenía solución. Lo supo claramente después de colgar la llamada que había sido su sentencia...
- Mika, ya me debes mucho y recordarás que nosotros no somos "hermanas de la caridad" como para seguirte dando la droga, gratis. ¿Tienes para pagar o no? El plazo que te dimos para conseguir el dinero acaba hoy
- Suna, yo te juro que conseguiré el dinero. Sólo dame una semana más, por favor. - respondió la mujer temblando. La voz al otro lado del teléfono sonaba molesta.
- No es decisión mía, Mika...Suguru ya está harto de que le des excusas . Te dijimos cuál era una de las maneras de pagarnos - la voz al otro lado de la línea se escuchó burlona - Hay clientes que pagarían millones por estar una noche con tu hijito y...
-¡NO! - interrumpió la hermosa castaña, se sentía acorralada. - Suna,denme una última oportunidad mi hijo no tiene nada que ver en esto.
- Lo siento, Mika. Son órdenes del jefe... Por cierto, no pienses en huir, sabes que donde quiera que te escondas, podremos encontrarte.
Esa llamada había hecho estragos en su mente y es que, Mika nunca dudó ni un segundo de esas palabras. La mafia "de las serpientes" estaba formada por personas muy peligrosas que jamás dejaban con vida a alguien que los traicionaba, peor aún, eran torturados y asesinados de la peor manera posible. Y ella misma lo había visto con sus propios ojos.
- ¿Mamá, estás bien? ¿Por qué lloras?- preguntó un pequeño niño de 7 años, de cabello negro y ojos marrones, que asomaba tímidamente su cabecita por la puerta de la cocina. Eran ya casi las 2 de la madrugada, pero había escuchado los sollozos de su madre y se había preocupado.
- Chikara ¿qué haces despierto? - Mika limpió las lagrimas que caían por sus mejillas y después, fingió una cálida sonrisa - no es nada, sólo me dolía un poco la cabeza. Anda, vuelve a dormir.
El niño dudó un poco en retirarse pero al final accedió y se despidió con un beso de su madre, para correr de vuelta a su alcoba. Cuando el niño se fue, mas lagrimas cayeron por las mejillas de la mujer, y es que todo era su culpa, ¡en verdad le había jodido la vida a ella misma y a su propio hijo!... pero no lo haría más.
Tras asegurarse de que ventanas y puertas estuvieran cerradas, abrió todas las llaves de gas de la estufa y quitó las perillas. El nauseabundo olor comenzó a embargar la habitación, así que supuso, tardaría cerca de una hora en asfixiarla a ella y a su hijo. Por suerte Chikara se había ido a dormir, sería una muerte no dolorosa para ambos.
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