Pelos de mierda que hiciste. Entramos, después de forcejear y debatir si debíamos hacerlo o no, los bastardos de la clase y yo a su cuarto. Pero no había nada, además de la gran mancha roja en el medio del alfombrado piso. He estado cientos de veces en esta habitación, y nunca había visto eso. ¿Es sangre? Mierda no. Joder Kirishima, qué mierda te está pasando. No podía con la preocupación que embriagaba todo mi cuerpo. Mi corazón latía rápido a causa del temor de ver qué le estaba pasando a Eijiro. Porqué carajos tuve que empezar a salir con Heather. Si no se hubiese vuelto mi novia, jamás habría perdido de vista al pelirrojo. Estaba histérico, a punto de explotar. Kirishima tenía que estar bien, no podía perderlo. No podía vivir en un mundo sin él. Había pequeñas manchas de sangre por todo el pasillo hasta llegar al baño. Sin dudarlo mucho, conmigo a la cabeza, empezamos a seguir el rojo rastro que había dejado mi Kirishima. A cada paso que daba, el dolor punzante y la preocupación aumentaba. Sabía en el fondo que algo andaba mal, que era quizás demasiado tarde para ayudarlo. Sentía que Eijiro no estaba bien, pero quería negármelo a toda costa. Todos estaban asustados, pero nadie al nivel en el que lo siento yo. Sólo la estúpida alien sabía de cómo me sentía con respecto al pelirrojo. Le había contado que sentía que nos unía más que una amistad. Mierda, con todo eso no podía evitar pensar una sola cosa que describa todo eso que quería ocultar. No fue hasta que llegamos a la puerta del baño que pude admitir, que amo a mi mejor amigo. Fui un verdadero estúpido, pero espero poder tragarme mi orgullo, y así solventar todo esos problemas y dolores que causé. Intenté abrir la puerta, pero no podía. No cedía. Cada vez más fuerte apretaba el metal. El sudor de mis manos calentaba la perilla que con pestillo había sido sellada.
- ¡Estúpido cabello de mierda! ¡Ábreme la puerta! - Grité con la esperanza que me escuchara y me hiciera caso. Pero pasaban los segundos y nada ocurría. Se había encerrado en el baño, pero por qué no abría. - ¡Joder! - Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos. La impotencia y la preocupación llenaban cada centímetro de mi ser. En la desesperación del momento empecé a soltar explosiones de mis manos. Todos mis estúpidos bastardos acompañantes habían retrocedido varios pasos, sintiendo el peligro emanar de mí. Volé la puerta de una sola explosión, generando un ruido extremadamente fuerte y una montaña de humo de lo que antes era madera. Me posé en el marco de la entrada al lugar, esperando a que el humo se calme, y pueda identificar al pelirrojo. Pasaron unos segundos, que eternos se sintieron, hasta que pude visualizar la cabellera roja en el suelo.
Cuando mi vista se despejó por completo, pude ver la totalidad del cuerpo de Kirishima. Mi sangre se heló, mientras mi respiración errática paraba. Frente a mi estaba tirado en el piso del baño Kirishima, lleno de heridas, que adornaban su delgado cuerpo. ¿Qué mierda? No podía creer lo que estaba viendo. ¿Por qué mierda estaba así? ¿De dónde salieron las heridas? ¿Las hizo él? Corrí lo más rápido que pude, arrodillándome de manera que pueda posar su cabeza en mi regazo. No sentía su respiración. Su piel era pálida, más de lo normal y el bello sonrojo que colgaba de sus mejillas había desaparecido por completo. Su cabello caído cubría una gran parte de su rostro. Con delicadeza retiré esos mechones que estorbaban para poder admirar cada detalle de cada facción. Se notaba a simple vista una gran pérdida de peso, y las grandes ojeras bajo sus ojos no hacían más que darle un aspecto enfermo. Acaricié sus mejillas mientras que el llanto desesperado huía de mis ojos. Mierda, jodida mierda.
ESTÁS LEYENDO
La melodía del corazón
أدب الهواةKirishima, con el paso del tiempo desarrolla sentimientos hacia Bakugo, pero no sabe que en un giro de circunstancias, terminará por vivir su vida como si fuera una canción.