Al llegar al hotel, Gianluca se tumbó sobre la cama e inmediatamente cayó dormido.
Una espesa niebla lo cubrió todo y de repente se encontró en el estadio nacional, al lado de sus compañeros. Todos avanzaban en diferentes direcciones, separándose.
Algo cruzó por su mente en ese momento.
No quiero dejarlos.
La Copa América había terminado y cada uno de los jugadores se preparaban para regresar con su respectivos clubes.
Entre ellos, Gianluca pudo ver a Christian y pensó en voz alta.
No quiero dejarte.
Pero nadie escuchó. Solo él parecía ser consciente de lo que sucedía en aquel lugar e incluso así comenzó a gritar, una y otra vez, aumentando la intensidad progresivamente para captar la atención de su amigo.
Ey!
No te vayas!!
Pero nada ocurrió.
Espérame!!!
Oye!!!!
Frustrado por no conseguir lo que quería, quiso darse por vencido, después de todo, esto era lo normal para los futbolistas, separarse durante unos meses para vestir otros colores. Sin embargo, él no quería aceptarlo. Sentía como su corazón bombeaba alocadamente, mas no sabía la causa.
Gianluca esperaba que fuese alguna clase de miedo a perder a su amigo. En este último año y medio, había perdido a muchos conocidos suyos y no podría soportar que le sucediese lo mismo a Christian, mientras, no podía estar pendiente de él. O al menos eso quería que fuese en lugar de otro sentimiento, como el amor.
Por ello hizo un último gran esfuerzo, motivado por el miedo a perder algo valioso, como cuando debes viajar a otro país para terminar tus estudios o por un mejor trabajo y debes dejar a tu pareja durante un tiempo.
Eso mismo sentía Gianluca, pero Christian no era su pareja, era solo su amigo.
Juntó todo el aire que pudo en su pulmones y dejó escapar un grito desesperado tan fuerte que podría haber destrozado sus cuerdas bucales y dejarlo sin voz.
¡¡¡¡¡CHRISTIAN!!!!!
El estadio fue invadido por un silencio sofocante y Christian se detuvo.
- ¿Qué pasa bambino? - preguntó luego de girarse.
Casi entre lágrimas e intentando recuperar el oxígeno, el italiano apenas pudo decir unas palabras.
- No me dejes, por favor -
- No estoy yendo a ningún lado - respondiendo a la súplica.
- Pero todos se están alejando -
Ambos se vieron durante un segundo.
- Eres tú el que se aleja -
Gianluca no se había percatado, pero efectivamente era él, quien se alejaba del estadio lentamente.
De repente, millones de peruanos aparecieron en las tribunas del estadio y fuera de este, y comenzaron a gritar fervientemente "Lapadula". Su apellido resonaba, como un coro, en cada esquina del enorme edificio y el eco se acrecentaba cada vez más, mientras, una lluvia de confeti descendía tranquilamente desde el cielo, que se llenaba con fuegos artificiales.
Unas luces apuntaron a la salida de los camerinos y una imponente figura emergió de entre las sombras.
Vistiendo la número 9, Paolo Guerrero pisó la cancha y todo el público aplaudió su llegada.
- Lo has hecho bien - dijo el "depredador".
Confundido por todo lo que sucedía ante él, Gianluca quedó sin palabras.
- Adiós Gian... - dijo Christian entristecido.
- Espera... -
No pudo terminar.
Miles de bengalas de humo llenaron de diferentes colores todo a su paso y cuando se disiparon, no quedaba nadie.
Gianluca apareció en el estadio Ciro Vigorito de la ciudad de Benevento, completamente solo.
Nadie podría describir con exactitud lo que sentía en aquel momento, ni siquiera él sabía que era, pero le dolía en el pecho, como si le incrustaran un cuchillo y lo sacaran para volverlo a clavar.
Era un dolor insoportable y fue eso lo que lo despertó.
Antes de poder decir algo, se revisó el pecho, asegurándose que no tuviera ningún corte.
- Que sueño más raro - se dijo - ¿o era una pesadilla? -
Conforme lo pensaba decidió revisar Instagram y vio que Cueva esta haciendo un directo.
Obviamente se unió.
ESTÁS LEYENDO
🥵👌🏿👉🏿 Amore Proibito👈🏿🍫😳 - LAPACUEVA
RomanceGianluca Lapadula, la medicina a nuestros males, la solución a nuestros problemas, la llama de nuestros corazones, la luz que nos guía y que nos impulsa a seguir adelante. Christian Cueva, trujillano de sangre, el bromista, motivo de nuestras aleg...