Gianluca Lapadula, la medicina a nuestros males, la solución a nuestros problemas, la llama de nuestros corazones, la luz que nos guía y que nos impulsa a seguir adelante.
Christian Cueva, trujillano de sangre, el bromista, motivo de nuestras aleg...
Ambas selecciones se encontraban en filas, una al lado de la otra.
La blanquirroja, liderada por Pedro Gallese, se encontraba nuevamente ante la tricolor, liderada por Juan Gillermo Cuadrado. Los cafeteros habían perdido en fase de grupos y venían en busca de venganza.
Los asistentes se aseguraban que Lapadula tuviera la máscara correctamente colocada para evitar inconvenientes durante el partido, mientras, algunos jugadores realizaban estiramientos y otros comenzaban a mentalizarse, todo parecía anunciar que este sería un partido sangriento.
Una vez se retiraron los asistentes, Gianluca estaba listo para jugar.
- Batidula - llamaba Christian, en voz baja - ¿Te sientes goleador hoy? -
- Por supuesto - el enmascarado se mostraba sereno - Anotaré uno y con suerte dos -
- Bien, démosle su chocolatito a estos colombianos -
No hubo respuesta, Cueva observó a su amigo detenidamente, intentando descifrar que le pasaba por la mente. Él no era especialmente bueno en eso, pero era evidente lo que sucedía.
- Mucho lo miras al colombiano - acercándose a su oreja y susurrando pícaramente - ¿Te gusta? -
El aire por el que viajaba su mensaje golpeó gentilmente al delantero y este se sobresaltó, llamando la atención de Carrillo.
- Ya cálmense tortolitos, menos mal somos los últimos en salir - dijo el extremo derecho.
Gianluca volteó y mirando a Christian le hizo saber que no debía repetir ello nunca más.
- Estoy preocupado por nuestra defensa - agregó - ese Luis Díaz es peligroso -
Sus compañeros dirigieron la mirada al colombiano y lo analizaron detenidamente.
- Es verdad - dijo Cueva - Él no pudo jugar contra nosotros en el partido pasado, debe estar achorado -
- Queda en tus manos, André - intervino Lapadula.
- Lo sé, me lo encontraré de cara varias veces - Carrillo era consciente del desafío que venía, así que intentó darles seguridad - Colombiano webón, no le dejaré jugar a ese conchesumare, confíen en mí -
Antes que pudieran responder las filas comenzaron a avanzar.
Ya vienen Colombia y Perú al terreno de juego para disputar su último partido en esta Conmebol Copa América 2021.
Uno a uno los futbolistas pisaron la cancha y al hacerlo sintieron como si el mundo fuera del estadio dejara de existir, solo eran ellos, el balón y el árbitro.
- ¿Sigues preocupado? - preguntó Cueva.
- No - respondió el enmascarado - Solo tendré que anotar más que él -
- Bien - dándole una palmada por detrás - Hablamos luego -
Nos encontramos a la espera de este partido decisivo y formados los equipos será turno de los himnos.
Todos los peruanos en el estadio cantaron desde el fondo de sus corazones, tanto en la cancha como fuera de esta, sintiendo cada palabra que pronunciaban, como si fuese una plegaria en honor a su patria.
Algunos recordaron sus etapas escolares, formados bajo el sol abrasador con sus uniformes grises, camisa blanca sin planchar y una corbata mal puesta. Aquellos hermosos días donde no existían preocupaciones salvo llegar a tiempo a casa, luego de una pichanga, para ver el partido de la selección.
Otros pensaron en sus familias, sus madres preparándoles un quaker y dos panes para el desayuno y despertándolos a golpes a las seis de la mañana para que llegaran a tiempo a la escuela, sus padres perfectamente vestidos saliendo a trabajar y sus hermanos ocupados en el único baño de la casa, demorándose quien sabe haciendo que cosa.
Hubo quienes pensaron en sus esposas e hijos, dándoles fuerzas y esperando que vuelvan para almorzar en familia. Uno de ellos era Gianluca, quien deseaba estar al lado de su esposa y sobretodo al lado de sus tres princesas, a quienes les dedicaba todos sus logros.
Acabado el himno peruano continuo el colombiano.
La diferencia era notoria, al contrario que sus contrincantes, los colombianos no gritaron con fervor su himno. Es obvio que amaban a su patria tanto como los peruanos, pero estaban guardando fuerzas, todas las que pudieran para dejarse la vida en el encuentro.
Y acabaron los himnos.
Ambas selecciones se tomaron fotos y, como no iba a ser de otro modo, Christian había guardado un lugar a su lado para Gianluca.
Terminado esto, cada jugador se dirigió a la posición que le correspondía, mientras, esperaban que los capitanes decidan quien comenzaba el encuentro.
Confiamos en ti
André Carrillo escuchó dos voces atrás de sí y giró a ver.
Eran la dupla Lapacueva, yendo a sus posiciones.
Carrillo sonrió y habló para sus adentros.
- Luego no quieren que los emparejen -
Gallese volvió con su equipo y les informó que comenzaban ellos.
El enmascarado caminó hasta el balón, en el centro exacto de la cancha.
Damos un minuto de silencio para esos grandes héroes que se encuentran luchando en todos los frentes contra la COVID-19
Los jugadores esperaron pacientemente en sus lugares con la excepción de uno.
El número cuatro de la selección peruana, Anderson Santamaría, se encontraba arrodillado, encomendándose a Dios. Ya lo decía Cuto Guadalupe en 2011 cuando, siendo capitán y líder espiritual del Juan Aurich, logró derrotar a Alianza Lima en penales, consiguiendo que su equipo fuese campeón nacional por primera vez en su historia.
"La fe. La fe es lo más bonito de la vida"
Aquella bella imagen contrastaba con la del número diez de la selección colombiana, Edwin Cardona, quien escupía en la sagrada cancha.
El árbitro pitó finalizando el minuto de silencio y los jugadores se mantuvieron a la espera de la señal.
Fueron solo unos segundos, pero el tiempo se estiraba en aquel terreno. Nada volvería a ser igual.
Cuando alguien entra al estadio, recorre los camerinos y pisa la cancha, no puede volver a ser igual, deja una parte de sí que se fusiona al legado de aquellos que jugaron antes y los que jugaran después y cuando sale del estadio es una persona nueva. Los jugadores experimentan constantemente esta abrumadora sensación, pero uno nunca puede acostumbrarse a algo así.
Sonó el pitido.
Comienza el encuentro de estos dos grandes equipos
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