Sadashi Aiko amaba jugar Volleyball, era su manera de olvidarse de todos sus problemas y ser ella misma.
Todo eso acabó un día, cuando Aiko tuvo un accidente y le dijeron que no podría jugar más para cuidar su salud.
¿Qué haría? No quería y no podía...
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— Buenos días —
— Buen día —
— ¿Por qué la cara larga? —
— ¿Será por que acabo de despertar? Siempre pretendes que me levante sonriente —
— Vamos Aiko. Debes estar más feliz hija, hoy vuelven las clases, verás a tus amigos. — Dijo su madre mientras se servía una taza de café.
Aiko simplemente evitó contestarle. ¿Qué podría opinar su madre acerca de sus amigos?. No era lo más cercano a la palabra "presente" esa mujer en su vida.
Sí, había estado a su lado durante su recuperación, pero fue porque no tuvo más remedio. Y a decir verdad, su padre estuvo más presente que ella, pero no podía vivir con él ya que no quería estorbar en su nueva vida.
Su madre dio un suspiro mientras Aiko daba un último mordido a su comida, luego tomó su mochila y salió fuera de su casa.
Siempre cambiaba hacia Nekoma, ya que la escuela no estaba muy lejos de su hogar. Lo único incómodo era caminar con ese uniforme. Cada año sentía que las faldas eran más cortas y las medias más largas. Desearía poder usar unos pantalones en ese momento.
Llegó más temprano de lo esperado, por lo que buscó a su mejor amiga Yaku Emiko, la cual ya debía de estar allí por lo temprano que solía llegar.
Emiko era una chica de estatura baja, con pelo rojizo y ojos grises. Amaba peinar su cabello en una coleta por lo que era raro verla con el pelo suelto.
— ¡Emiko! — Le gritó a su mejor amiga una vez que la localizó en su salón.
— ¡Ai! — la nombraba volteó y fue corriendo para abrazar a la más alta — ¡Te extrañé tanto! Desearía no haber viajado este último mes para poder haber pasado tiempo juntas.
Conversaron por un rato hasta que el profesor llegó a la clase, la cual para el momento ya estaba llena de sus alumnos.
— Buenos días a todos. Espero que sus vacaciones hayan sido buenas. Como ya saben, yo tengo ciertas reglas en cada año, por lo que no podrán elegir a su compañero de banco. Yo los asignaré.
Aiko soltó un suspiro. Cada año era lo mismo. ¿Cual era el maldito problema de querer sentarse junto a su amiga? Ella trabajaba, y los que no, que los cambien únicamente a ellos. Era injusto tener que cambiar a toda la clase solo porque algunos no hacían las tareas.
El profesor comenzó a asignar a cada alumno junto con otro.
— Sadashi Aiko junto con Kenma Kozume.
Bueno, podría ser peor. Pensó ella. No conocía demasiado a Kenma, pero sabía que el chico era reservado y responsable.
— Hola Kenma. — Saludó acomodando sus cosas junto al chico.
