Sadashi Aiko amaba jugar Volleyball, era su manera de olvidarse de todos sus problemas y ser ella misma.
Todo eso acabó un día, cuando Aiko tuvo un accidente y le dijeron que no podría jugar más para cuidar su salud.
¿Qué haría? No quería y no podía...
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La mañana había terminado, y Aiko se encontraba en el lugar el cual jamás pensó volver a pisar todos los días.
El gimnasio.
— ¡Aaaaagh! Me faltó fuerza en ese remate — Gritó Inuoka frustrado
— Fuerza, ángulo, precisión, ¿continúo? — Se burló Yaku.
— Ya ya, entendí, estupido Minion — Dijo Inuoka, murmurando la última parte.
— ¿Qué me dijiste?
— Ya, ya, tranquilos, no querrán asustar a nuestra nueva mánager en su primer día — Trató de calmarlos Kuroo, e intentó molestar a la chica.
— Tranquilo, no creo que puedan asustarme más que tu cabello. — A estas palabras Kuroo entrecerro los ojos, mostrando que le habían dolido las palabras, y el equipo cubría sus bocas conteniendo la risa.
Aiko no era una persona confianzuda, pero si alguien lo llegaba a ser con ella, no tenía problema en pagar con la misma moneda.
— Eres buena enana. Pero no más que yo. — Kuroo se señaló a si mismo con orgullo y siguieron entrenando.
Aiko cada dos por tres les alcanzaba botellas con agua, los balones y observaba como jugaban.
Ver a los muchachos rematar con tanta emoción le daba nostalgia, quería repetir esa sensación.
— Oye Sadashi. — Nekomata le hizo na seña para que se acercara — La semana siguiente tendremos un partido de práctica con el Karasuno, me gustaría que terminaras de organizar bien la fecha, por favor.
— Por supuesto. Una pregunta... ¿cómo hago eso? — Preguntó la chica con vergüenza
— Pues, pregunta bien a los chicos sobre sus clases y sus horarios para poder hacerlo sin problemas — El viejo había soltado una risa debido a la confusión de la menor — Solo pregunta a los muchachos cuando pueden, de organizar la fecha me encargo yo.
— De acuerdo. — Dijo aún dudosa de lo que debía hacer. Estaba tratando de informarse más acerca de el trabajo de un mánager.
— ¡Yaku, ya para de golpearme idiota! — Gritó Yamamoto.
Aiko veía con diversión las peleas y discusiones que se generaban en el equipo. Sus entrenamientos parecían una pesadilla, pero aún así podía notar que se querían mucho y jugaban excelente.
— ¡Oye Sadashi! ¿Podrías rellenar mi botella de agua? Está junto al banco — Pidió Inuoka
Aiko asintió y se dirigió a rellenar la botella del muchacho. Encontrándose con unos chicos en el camino, a los cuales no conocía.
