Sadashi Aiko amaba jugar Volleyball, era su manera de olvidarse de todos sus problemas y ser ella misma.
Todo eso acabó un día, cuando Aiko tuvo un accidente y le dijeron que no podría jugar más para cuidar su salud.
¿Qué haría? No quería y no podía...
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Aiko despertó temprano esa mañana. Su mamá se había ido a trabajar en la madrugada, por lo que estaba sola en su casa.
Rápidamente se preparó un té y unas tostadas con mermelada de fresa. Desayunó tranquila y en paz, algo bueno, ya que cuando desayunaba con su madre era un desastre, porque esta siempre estaba apurada y le gritaba normalmente. No es que todas las mañanas fuesen así, pero a algunas sí, y era irritante.
Aiko procesó lo que debía hacer ese día. Ir a clases, y luego, presentarse ante el equipo masculino de Voley para ver si la aceptaban como su mánager.
No tenía miedo, al contrario. Por lo que le dijo el hermano de Emiko a esta, no tenían muchas postulantes para mánager, y que ella tuviera experiencia en el deporte sumaba muchos puntos.
Las horas pasaron rápido y ya pronto era momento de ir a clases. Tomó su mochila y empezó a caminar hacia Nekoma.
Durante el trayecto se puso un audífono y comenzó a escuchar música. Todo iba bien, hasta que vió una cara conocida al otro lado de la calle.
Kenma
Y no era solo el; estaba con un chico alto de cabello negro puntiagudo.
"Vaya peinado raro" pensó Aiko mientras se subía la capucha, rogando que Kenma no la viera.
Sabía que esos ambos chicos eran parte del equipo de Volley, por lo que no quería pasar vergüenza antes de presentarse ante a ellos en el gimnasio.
— ¿Oh? ¿Sadashi? — Kenma la notó desde el otro lado de la calle.
Mientras el chico dudaba de si era ella o no, Aiko rezaba por que no la viera.
— ¿Sadashi?, ¿hablas de esa chica de allí?, ¿la conoces? — Preguntó Kuroo en forma de burla
— Es una amiga. Va conmigo a clase. No la incomodes. — respondió Kozume en tono molesto.
Kuroo sonrió picaramente.
— ¡Oi Sadashi!, ¿no es cierto?, ¿eres amiga de Kenma? — Gritó Kuroo llamando la atención de la chica en la calle de en frente.
— ¡Kenma!, ¡no te había notado! — Aiko fingió una cara de sorpresa y comenzó a cruzar la calle para acercarse a ambos muchachos.
— Hola Sadashi... lamento eso, Kuro puede ser un idiota. ¿Cómo estás?
— No te preocupes por eso. Estoy bien, ¿ustedes?. Aunque... no sé tu nombre — Aiko miró al más alto.
