Capítulo Trece

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—Es una gran ofensa que piense que hemos sido nosotros, profesora McGonagall —dijo Pansy, mientras Blaise y Nott intentaban que sus sonrisas no se notaran

—¿De verdad cree que hemos robado las escobas del equipo de Gryffindor? —preguntó Hailee con indignación

«Porque está en lo correcto»

—Vaya prejuicio —hablé—. ¿No les ha preguntado a Ravenclaw, o Hufflepuff? —la profesora no dijo nada— Claro que no, porque siempre son los malvados de Slytherin, ¿no es así?

—Señorita Malfoy, le aseguro que esto no tiene nada que ver con un prejuicio.

—¿Entonces qué hacemos aquí si nadie nos vió cerca de la torre de Gryffindor? —preguntó mi mellizo con los brazos cruzados.

—Oh, ya entiendo —dijo Zabini alargando la palabra "Oh"—. Potter y su trío de "oro" le lloriqueó con: "Los Slytherin robaron nuestras escobas, profesora" Que patético.

—¡Señor Zabini! ¡Le prohíbo que hable así de nuevo! Jamás haría eso —espetó McGonagall.

—Cuando tenga pruebas contundentes sobre nosotros, sabe dónde encontrarnos —dijo Tom con voz seca, antes de salir de la oficina de McGonagall y que todos lo siguiéramos.

—Dos días les tomó averiguar que sus escobas desaparecieron. Los leones son cada vez más estúpidos —se burló Nott una vez nos encontrábamos lejos de la oficina.

Todos soltamos una carcajada y nos dirigimos de vuelta a la sala común para que los chicos se cambiaran a su uniforme de quidditch, ya que el partido empezaría en una hora y media.

No había podido dormir en toda la noche, pues cada que cerraba los ojos, lo que él boggart me hizo ver aparecía en mi mente. Y aquí me en encontraba, caminando detrás de todos pareciendo un muerto viviente.

Tan en mi mundo estaba, que no me percaté de nada, hasta que alguien me jaló del brazo, metiéndome a un aula y cerrando la puerta con candado.

—¿Pero que..? ¿Tom? —pregunté confundida— ¿Qué haces?

—No has sido tú misma desde que viste lo que él boggart te enseñó... —comenzó a decir.

—Déjame salir —lo interrumpí con molestia, acercándome hacia la puerta que él bloqueaba con su cuerpo. No quería hablar de eso y menos con él.

Tom no se movió.

—Riddle, déjame salir —repetí mirándolo a los ojos.

—No hasta que hables sobre lo que te pasa.

—¡¿Por qué te importa?! —pregunté con enojo y a la defensiva.

—¡No lo sé, carajo! ¡Me molesta verte triste y no entiendo el por qué! —su contestación me dejó estática.

¿Tom se preocupaba por mí?

Boqueé varias sin saber que decir. Él suspiró frustrado, antes de hablar:

—Sé que necesitas un descanso de este lugar. Por lo que te propondré algo: Durante el partido de quidditch me escaparé por tres días, puedes venir conmigo o puedes quedarte. Te esperaré por treinta minutos y si no llegas me iré.

Abrió la puerta y salió, dejándome en el aula y con una pregunta en la mente.

¿Lo acompañaría?

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𝐏𝐨𝐫 𝐇𝐚𝐜𝐞𝐫𝐦𝐞 𝐒𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫  +18 | Tøm Riddle [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora