¿Amigos?

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No es que los contara, pero he perdido la cuenta de cuántos días llevo encerrada en esa caja que me impide poder respirar con naturalidad.El primer día,lo primero que pensé al entrar fue que no tendríamos suficiente espacio para las dos.Además, ¡está gordísima! ,casi siempre me está quitando la comida y la merienda, porque entre las 13:00 y las 18:00 suele entrarle el apetito, y soy yo la que cada vez está mas delgada.Tampoco es que necesite comer con urgencia,ultimamente no tenía mucha hambre.

Pero,a pesar de estar gorda,era muy guapa.Es una lástima que nadie pueda apreciarlo.

La caja es simple. Está compuesta de cuatro esquinas y ocho vértices.La distancia entre los vértices es de 4 metros y 25 centímetros. A muchas enfermeras les da asco que sea tan meticulosa con la exactitud,pero no puedo evitarlo. Además, ellas están aquí para ayudarme, ¿no? Pues entonces que se callen y se aguanten.

A cada pared le puse un nombre, para no desorientarme. O,A,E y U. La letra "i" no me gusta nada,a pesar de que mi nombre contiene una y el suyo dos, pero me trae muy malos recuerdos. Siempre que me sentía sola en mi cama oía voces que cantaban melodías con esa vocal, y lloraba. Lloraba mucho, mucho mucho. Cuando terminaban de cantar, me sentia como si acabara de dar a luz a un hijo. Nunca he dado a luz, pero me lo puedo imaginar.

En U está la puerta,que no hace función de puerta.Las puertas se abren y se cierran.Raras veces he visto abrirse esa puerta,salvo para darme una paliza por no tomarme la medicación o para pasearme por el estúpido jardin de siempre.

A ella no le gusta que diga ese tipo de palabras...dice que suenan como cuchilladas en sus oídos.

La puerta que no hace función de puerta tiene otra puerta pequeña de 57x57 centímetros que se abría 7 veces al día.Para el desayuno,el almuerzo,la comida,la merienda,la cena y para la medicación.Recuerdo vagamente uno de mis primeros días que no quise tomarme la medicación, y entonces la puerta se abrió. ¡Es verdad! La puerta si que se abría,perdón. Un par de enfermeros entraron y me metieron las pastillas hasta la tráquea.

He de decir que los enfermeros de allí no eran los más sutiles ni pacientes con nosotros.

¡Ni que fuéramos bestias!

En E está la cama que tampoco hacía función de cama. Se supone que te tumbas en una porque es más blandita que el suelo y puedes descansar sin preocuparte por el frío o por tener problemas de espalda. Pero esa cama,era suelo. A veces duermo en el suelo,porque es más cómodo.

Ella también prefiere el suelo antes que la cama.

En A se encuentra una pequeña ventana de exactamente el mismo tamaño que la puerta de la comida y la medicación,rodeada por fuera con barrotes negros.

Un día le pregunté a uno de los enfermeros que me pasea por los jardines el por qué de los barrotes. Éste me contestó que algunos pacientes no asimilan que tienen que quedarse aquí para curarse y recurren a las ventanas.

Sinceramente,no creo que sea por escaparse...sino por suicidarse.

En la esquina que forman las paredes A y O llace un cubo supuestamente para "nuestras necesidades".

No puedo parar de reír cuando lo veo.

Y después...oigo íes cantar...y lloro.

Y después...aparecen los enfermeros.

Todavía recuerdo el día que despidieron al enfermero antipático que me paseaba por Nick. Se podría decir que Nick es uno de los enfermeros más geniales del centro de salud mental. Ha sido el único hasta el momento que no me ha tratado de loca ni me ha pegado. Es más, me cuenta su vida a todas horas. Yo lo escucho con mucho interés,aunque a veces me pongo a llorar o a chillar o me vienen ataques de ira. Él no tiene la culpa...y lo entiende.

A Alicia también le cae muy bien. Es extraño que alguien le parezca simpático, yo misma le parecí al principio una pesada...

-"Tanto llorar y tanto gritar, ¡no me dejas descansar! Eres muy cansina, Abril. Te lo digo enserio."

Creo que era la cuestión de que Nick no creyese en Alicia el motivo por el que le parecía un buen chico. A mí me molestaba que la gente no me creyera, ¡Alicia siempre ha estado aqui! Pero se ve que a ella le gusta más pasar desapercibida...

Pero yo no puedo evitarlo.

Cada vez que dicen que Alicia no existe, me va ascendiendo un calor extraño desde los pies hasta la cabeza, y oigo más voces que me gritan lo cobarde que soy y que destroze lo primero que vea. Esas voces son malignas,lo presiento siempre que las oigo, pero es imposible llevarles la contraria. ¡Son como la señora Roth! Unas auténticas brujas.

Mientras las brujas me gritan que destroce todo lo que se cruze en mi camino, veo a las demás personas retroceder, intentando ponerse a salvo de mi fuerza retenida, a punto de estallar.

Por eso, Nick no lo volvió a repetir, porque sabe que no me gusta, y que despierta a las peores brujas hechiceras que hay en mí.

Alicia siempre se asusta cuando me dan ataques, ya que se preocupa bastante por mí. Es muy buena persona, a pesar de ser tan glotona y antipática. Yo la quiero.

Es mi mejor amiga desde...hace mucho.

Pero Nick y Alicia no eran los únicos que me caían bien.Estaba Alex, el psicólogo.

Mí psicólogo.

Él si que era el mejor.

Raras veces se pasaba por mi habitación,puesto que tenía otros enfermos mucho peor que yo y tenía una agenda muy apretada llena de términos y citas que yo nunca llegué a comprender.

A Alex le gustaba que le contara lo que se me pasaba por la cabeza,y yo se lo describía con pelos y señales. Le describía las líneas fluorescentes que se unían las unas entre las otras para formar palabras, palabras relacionadas con la noche, con el fuego, con la muerte. Sobre los bichos que bailan y me hacen cosquillas. Sobre las voces que cantan íes. Muchas veces se reía de lo que le contaba de los enfermeros o de mis pensamientos, y yo no podía enfadarme, porque su risa hacía que la mía quisiera salir a divertirse también. A veces, nos pasabamos horas y horas riéndo sin parar en su despacho, y al cabo de un rato llamaba Lidia, la secretaria, para comprobar que todo iba en orden. Ella si que me caía mal. Siempre que pasaba a la consulta de Alex me miraba como si fuera un moco verde y enorme caminando hacia el despacho de su jefe.

Sin embargo, a Alicia no le caía bien Alex.

No podía comprenderlo, y ella no podía darme una buena explicación.

-"No sabría decirte por qué...es mi intuición femenina la que me advierte que no es de fiar."

Alex lo sabía todo, absolutamente todo de mí. Mi pasado, mi presente y seguramente mi futuro. ¡Era un genio!

Pero lo único que no sabía Alex, ni Lidia, ni Nick, ni ningún enfermero era que mis acuarelas y mis lienzos se escondían debajo de mi cama que era suelo.

Nadie lo sabía.

Y con nadie me refiero a Alicia.

Memorias de un artista desenfrenadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora