Salí dándoles una sonrisa y apresuré el paso hasta el edificio. Faltaban doce minutos para que las ocho y media se dieran, Sharon tenía que partir antes de las nueve.
Mientras corría hacía mi destino, recordé a Joe; él ya debería de estar allí, seguro. Eso hizo que mis pies disminuyeran su velocidad un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre ambos porque sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba una aguda sensación de malestar en el corazón.
Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el tercer piso en tres cuartos de minuto, dí grandes zancadas hasta el departamento 312 y abrí torpemente la puerta, esperando a que Sharon no se hubiese ido ya.
-¡Shar, lamento...!-mi frase se quedó inconclusa porque justo al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda costa evitar. La despedida amorosa entre Sharon y Joe.
-¡_______! Qué bueno que llegaste antes de que partiera. Pensé que no vendrías-la broma no le salió como tal. Se deshizo del abrazo de Joe y se dirigió a mí para abrazarme. Algo del perfume de él aun había quedado impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.
Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los horripilantes deseos de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las pesadas lágrimas que sentía que me empañaban ya la vista.
Una gota de agua salada cayó al hombro de Sharon, una lágrima que no pude reprimir.
-Oh, ______ pero no llores, ó me harás llorar a mí-su tono de voz se tornó cálido y tierno, como siempre había sido.
Ella creía que yo lloraba por su viaje. Era un buen pretexto, pero me sentía mal porque no era cierto. La verdad era que sí sentía dolor, pero era uno propio del corazón, causado por la demostración de afecto entre ellos dos.
Sonreí, esperando que no fuera muy evidente lo falso en ella.
-Cuídate mucho, shar-murmuré-. Te voy a extrañar-aquello había sonado honesto, porque era verdad.
-Yo también-me dijo.
Luego, la mano de Joe me acarició la espalda en busca de darme consuelo. Hasta ese momento recordé su presencia y un inexplicable rencor me invadió. Lo odiaba bastante, pero de igual manera, lo amaba más de lo que podría llegar a odiarlo. No entendía cómo es que había ilusionado tanto a mi corazón y luego lo había dejado caer en un agujero sin fondo y muy oscuro.
-Te acompaño abajo-dijo él y luego tomó la pequeña maleta de Sharon, dejando mi espalda desprotegida de su calor-. ¿Vienes?-me preguntó a mí.
Asentí y entrelacé mi brazo al de Sharon, luego bajé la cabeza. Lo que menos necesitaba era que Sharon se fuera, aunque solo sea por dos días; sin duda serían los dos días más difíciles de mi vida, teniendo que abstenerme de todo tipo de encuentro con su novio.
Bajamos por el ascensor, mientras que nadie pronunciaba palabra alguna y mi vista seguía fija sólo en el piso del elevador. Cuando llegamos al primer piso y salimos del pequeño apartado, la camioneta de la gente del señor Vittore ya esperaba por Sharon.
Ella dio un suspiro y luego se giró para ver a Joe. Lo miró por un par de segundos, como queriéndole decir algo con sus ojos, parecía que... suplicaban. Pero Joe bajó la mirada y exhaló despacio, luego besó la frente de su novia.
-Cuídate mucho, amor-le pidió.
El corazón, ya roto en miles de pedazos, se contrajo de dolor al escuchar la última palabra.
Sharon sonrió débilmente.
-Te amo, Joe-susurró en su oído y yo deseé con un fervor descomunal estar en alguna otra parte en ese momento.
Pero él no dijo nada, esbozó una pequeña sonrisa y volvió a besar la frente de Sharon. En serio, lo odiaba.
Luego Sharon se giró hacía mí y me sonrió, con esas sonrisas que me había estado dando últimamente.
-Te voy a extrañar-le repetí, porque era lo único honesto que había en mí-. Cuídate mucho.
-También tú. Dos días se pasan rápido-me dijo.
Le sonreí y luego, Joe y yo la vimos subir a la camioneta.
-Nos vemos en dos días-nos dijo y se despidió con un gesto de mano.
Joe y yo miramos la camioneta hasta que se perdió entre las calles oscuras.
Cerré los ojos por un instante hasta que la voz de Joe me hizo abrirlos de nuevo.
-¿Volvemos al departamento?-preguntó, cínico.
Pero yo no debía de estar con Joe, ni siquiera verle durantes estos dos días. Sharon se merecía respeto y era lo que al menos le daría.
-Joe, estoy muy cansada. Quiero subir y tirarme a dormir-dije-. Disculpa.
-No, no hay problema. Descansa. Nos vemos mañana-me sonrió y algo en su confianza de que nos veríamos el siguiente día me hizo creerlo.
-Adiós-musité y sin mirarle más subí hasta el departamento.
Al instante en el que entré, el lugar ya no era el mismo. Se supone que ya debería de haberme acostumbrado a pasar las horas sola, pero ahora por alguna razón era distinto.
Y ahora allí, la imagen de ellos dos besándose, no se borraba de mi mente y la estaca tampoco de mi corazón; tenía que luchar contra ese recuerdo, ahogarlo en algún agujero de mi mente y así llevarlo al olvido; pero entre más luchaba más perdía y éstos se volvían más nítidos en mi cabeza.
Me dolía bastante y no entendía cómo es que tanto dolor podía caber en mi corazón; aun cuando éste ya no lo soportara, era algo que seguía acumulándose más y más cada vez hasta volver el corazón un órgano pesado y luego lo desplomaba hasta mis pies, dejando así sólo un espacio vacío en la cavidad de mi pecho. Y dolía, dolía bastante.
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Manual de lo prohibido (Joe Jonas)
FanfictionNOTA: ESTA NOVELA NO ES MIA. Esta es mi Fanfic favorita y se las comparto aqui, por que he notado que hay muchas adaptaciones más sin embargo nadie se a tomado el tiempo de subir la original. Esta es la versión Original, no es adaptación :) Ojala y...