"Estuve gastando los últimos meses pensando en todo lo que el amor hace: romperse, quemarse, y terminar.
Pero el miércoles en un café lo vi comenzar de nuevo"
Donde Carlisle descubre que Esme no es su compañera destinada a pasar la eternidad a su la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
✩｡:*•.───── ❁ 10❁ ─────.•*:｡✩
año 1589,
North Berwick, Escocia.
Erase una vez, una pequeña niña llamada Hécate cuyo nombre fue dado en honor a la diosa la Magia, la Hechicería, y la Nigromancia, diosa de las Encrucijadas y el Conocimiento Trivial. Sus padres, fieles seguidores de esta diosa, decidieron nombrar a su hija en honor a la deidad que veneraban.
Al darse cuenta de esto, la diosa se conmovió por el gesto y decidió darle su bendición a la pequeña.
"Con este gesto te bendigo, hija mía. Gozarás de mi protección. La magia correrá por tus venas como el agua fluye en los ríos. La Niebla cubrirá tus pasos, el fuego de mis antorchas guiará tu camino. Harás grandes cosas en mi nombre, puedo verlo." Fueron las palabras de la diosa antes de posar sus fríos labios sobre la frente de la bebé.
Los padres de la infante se encontraban de rodillas asombrados ante la vista de la diosa. Sus ojos no daban crédito al verla frente a ellos.
Minutos antes había hecho su usual ofrenda para la diosa y mientras observaban quemar el sacrificio, con las llamas chisporroteando le contaron a la diosa que llamarían a su hija como ella. De pronto, las llamas del fuego se alzaron por el frío aire que entró a la estancia. El silencio de la noche los rodeo, y una espesa niebla empezó a aparecer cerca de la cuna de la bebé.
Pasmados observaron que entre la niebla se formó una silueta casi fantasmal. Se trataba de una hermosa mujer de rostro cincelado, cabellos rubios que caían en ondas a su al rededor, su piel era pálida, traslucida, y a sus pies estaban dos animales, un perro y un zorrillo.
Ante ellos había aparecido Hécate, la diosa de la Magia.
Y tal como apareció se fue, entre un remolino de neblina y un soplo helado de viento.
