"Estuve gastando los últimos meses pensando en todo lo que el amor hace: romperse, quemarse, y terminar.
Pero el miércoles en un café lo vi comenzar de nuevo"
Donde Carlisle descubre que Esme no es su compañera destinada a pasar la eternidad a su la...
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Renesme, sentada en uno de los sofás de la sala, observó con emoción a su abuela Esme descender de forma tan elegante y grácil por las escaleras hasta llegar al último escalón donde Carlisle la esperaba. Él tomó su mano y le sonrió.
No pudo evitarlo y alzó su teléfono en la aplicación de cámara y les tomó una foto. Sus intenciones eran pasar desapercibida pero hizo una mueca al notar que el flash estaba activado, llamando la atención de la pareja.
Ella les sonrió en disculpa, sus mejillas adquiriendo un tono rojizo más profundo del habitual. "¡Lo siento, abuelos! Pero no pude resistirme!" Exclamó.
"Debiste desactivar el flash, cariño." Comentó Bella dejando a un lado el libro que estaba leyendo.
"Es un nuevo teléfono, mamá." Se excusó la híbrida, quien lucía como una adolescente de quince años, a pesar que solo han transcurrido cuatro años desde que nació.
La menor soltó un suspiro de alivio al ver a quienes consideraba sus abuelos a pesar de no compartir un vínculo sanguíneo, sonreírle despreocupados.
"Son unos cachivaches del demonio." Refunfuñó su padre al lado de Bella.
"Eres un anticuado, papá." Le sacó la lengua.
"Bueno familia, es hora que nos vayamos." Comentó Esme caminando junto a su esposo hacia la salida.
"Diviértanse." Exclamó Edward con una sonrisa.
"¡Pero no demasiado!" Se burló Renesme.
"No puede ser, pasas demasiado tiempo con Emmet." Se lamentó Edward, siendo esto lo último que la pareja escucho tras cerrar la puerta de su hogar.
El frío de la noche en Londres los envolvió, y a pesar de no sentirlo, ambos vestían abrigos sobre sus ropas para no llamar la atención.
"Estás hermosa." La voz de Carlisle era apenas un murmullo en el frío viento invernal de diciembre en Londres
