-Agradecido estoy, mi señor. Por el techo, la comida y la oportunidad de una nueva cacería. -murmuraba con el rosario entre sus dedos. -Perdona a los pecadores, alimenta a los hambrientos y sana a los adoloridos... -
Los murmullos de Sai se escuchan por toda la habitación, mientras reza en la privacidad de su cuarto. Gaara lo espera fielmente en la puerta, sus plegarias ya fueron dichas y su crucifijo ya fue besado, tan sólo espera con paciencia, como lo haría un perro.
Sai se pone de pie, dando fin a su oración nocturna. La ventisca es el único ruido que rompe el silencio de la habitación del sacerdote y su discípulo. -Gaara ven y toma asiento. -ordenó con una voz clara pero tranquila.
El pelirrojo lo hizo, no le apartaba la mirada ni un sólo segundo. El de sonrisa falsa tomó una vela de su escritorio. -Este lugar está lleno de inmundicia, es miserable y no hay muchos creyentes. -comentó mientras se acercaba a su pelirrojo compañero.
-No importa, si alguno se interpone yo mismo lo mataré. -contestó, sintiendo la sangre hervir de recordar las miradas que recibían, miradas de desprecio y desconfianza.
-Shhh, no tienes que ser tan agresivo. -Se acercó hasta quedar frente al joven com mirada verdosa. -Recuerda que debemos amar a quienes nos odian. -Gaara asintió mirándolo fijamente.
Hubo una pausa silenciosa, Sai comenzó a descubrir el pecho de su joven seguidor, encontrando piel blanca como la de los enfermos, suave como la piel de una mujer y firme como solo un hombre joven la podría tener. Gaara aguantó la respiración al sentir el tacto de los dedos del sacerdote.
-¿Sabes por qué estamos aquí? - preguntó mientras conectaba su mirada embriagante con los ojos verdes. El pelirrojo asintió.
Sai le sonrió y dejó caer una gota de cera caliente en el blanco pecho de su subordinado, Gaara no dejó salir el quejido de su garganta, su cuerpo se erizó ante la sensación de la cera sobre su piel.
-Venimos por el lobo. -jadeó Gaara, sintiendo las gotas de cera caer una tras otra, quemando su piel. De sus labios se escapaban suspiros, clavaba sus uñas en la silla de madera en donde estaba.
-Exacto, su majestad lo requiere. - Dejó la vela a un lado y acercó sus labios a la clavícula del hombre pelirrojo. -No vamos a decepcionarlo. -susurró contra la piel pálida, Gaara sintió escalofríos al sentir el aliento del otro golpear su piel. Sintió un suave beso seguido de mordidas que marcaban su torso.
-Su santidad... déjeme tocarlo... -pidió entre suspiros cuando sintió las manos del más pálido sobre su entrepierna. Sai se burló un poco, antes de agacharse y acercar sus labios a la hombría del pelirrojo.
-No puedes tocar algo que le pertenece a nuestro dios, no seas tan codicioso, eso es pecado. -Murmuró lamiendo por encima de la ropa. Gaara apretó los labios, suplicaba con la mirada un poco de misericordia, pero Sai siempre ha sido muy cruel.
Sintió sus piernas flaquear cuando el de cabello oscuro terminó por devorar toda su longitud, se sonrojaba por lo obsceno que sonaba, apretó su agarre en la silla para controlar las ganas de tomarlo por la cabellera y llevar el control.
El dulce sonido del placer escapaba por los labios húmedos de Gaara, ni siquiera le importaba si alguien lo escuchaba, tampoco le importaba sonar como una mujer que lentamente llegaba al éxtasis. Pasaron un par de minutos mas hasta que encontró la liberación, sintiendo espasmos y sintiendo el sudor salado bajar por cada parte de su piel.
Sai se apartó, viendo el desastre que había provocado. Sonrió satisfecho, miró con atención a su discípulo, el cual abría sus piernas, invitándolo a algo más íntimo y bochornoso.
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"C A P E R U C I T A R O J A"
FanfictionNo hay una niña desobediente, no hay abuelitas enfermas. Solo te diré que hay un sexy lobo hambriento y un atolondrado cazador. Sin duda alguna no es el cuento que te han contado... SasuNaru