Caperucita

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Se desplazaba por el bosque nevado, su andar grácil te daba la sensación de estar frente a alguien digno de una corona. Sus manos pálidas sujetan una canasta cubierta por una pequeña mantita a cuadros, llevando un pie de cereza recién horneado.

El aroma dulce del postre inunda el blanco bosque, atrayendo a cualquiera que deambulara por ahí.

La esbelta y baja figura va cubierta con una caperuza rojo sangre, un contraste perfecto con el manto frío y blanco. Un contraste elegante, el carmín de sus labios y mejillas llaman a la tentación de acariciarlos.

-¡Hinata! – de entre los arbustos apareció un chico rubio, de estatura pronunciada con unos preciosos ojos azules.

Bajó la capucha roja dejando ver sus cabellos ébano, una sonrisa se formó en su pálido rostro, sus ojos raros del color de las perlas estudiaron al chico que la saludaba.

-Hace bastante frío aquí, ¿a dónde vas? –Preguntó frotando sus manos haciendo que entraran en calor.

La chica sonrojada a más no poder desvió la vista. –Yo solo quería darte esto. –tartamudeó, ese ere un defecto con el que la chica había crecido, pues su padre siempre la obligó a permanecer encerrada en su casa volviéndola retraída e insegura.

Hinata la chica de la caperuza roja siempre le regalaba postres, no entendía la razón. Pero la de ojos blancos siempre tenía algo que ofrecerle, y eso lo hacia sentir bien, después de todo es reconfortante de que hay por lo menos una persona que se preocupa por ti.

-¡Gracias! –tomó la cesta, suspirando hambriento cuando el olor a cereza llegó a sus fosas nasales.

Esto solo hizo que el corazón de la muchacha se acelerara.

-Pero te he dicho que no vengas a buscarme al bosque, es peligroso. –la reprendió levemente. –También tengo algo para ti. –Le extendió dos liebres, las acababa de cazar.

-Naruto. –las tomó mirando preocupada al de revoltosos cabellos rubios. -¿Y que comerás tú? Sé lo difícil que es conseguir comida estos días, mejor quédatelas. –

-Y aún así vienes y me regalas postres de cereza. –contraatacó. La chica suspiró resignada. –Además el señor Hiashi en su condición también necesita apoyo, tú y Neji siempre me ayudan, así que deja de preocuparte. –

Su padre el cual era un excelente herrero había quedado ciego dejándolo incapacitado al cuidado de sus dos hijas, su sobrino, Neji era el encargado de cuidar a la familia Hyuga, pero en esas épocas la aldea estaba carente de animales para cazar, más de una familia pasaba hambre y frío.

-Además...-dijo con cierto tono cantarín. –Pronto comeremos estofado de lobo. –insinuó con el pecho inflado.

La preocupación quedó impresa en las facciones de la chica pálida. –Naruto, no deberías involucrarte en eso...-

-¿Por qué no? –preguntó retóricamente. –Es la bestia que se ha llevado nuestra comida, a nuestra gente y nuestra tranquilidad. –todo esto lo decía con desprecio. –Es necesario eliminarlo. –

-No lo entiendes. –los pasos de la caperuza roja se apresuraron. –Todos los que han intentado han muerto. –

-Estas viendo a la excepción. –derrotada lo siguió en silencio.

Las casas de madera de la aldea se veían metros más adelante. -¿Quieres que te acompañe a casa? –le preguntó, Hinata estaba más que encantada con la invitación pero debía regresar sola y evitar problemas.

"C A P E R U C I T A    R O J  A"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora