Capítulo #6: El Vestido Azul

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–¡Lo voy a matar!

–Hiccup espera... Jack atrapa mi brazo intentando detenerme y me desprendo de su agarre–. ¿Qué piensas? –El albino se coloca frente a mí, serio. ¿Piensas, llegar a dónde sea que puedan estar ahora y, formar un escándalo, como haces siempre?

–Astrid volvió a la ciudad... –indico. Una afirmación que me alegraría si no apareciera el maldito rostro de Tadashi en mi cabeza para joder las cosas. ¡Y ese imbécil está con ella! –Exclamo y golpeo la pared a mi lado–. Él lo sabía... Por semanas he preguntado por Astrid a ese hijo de perra. Quería saber de ella. Quería saber si regresaría algún día y estar ahí para ella. Tadashi siempre se negó a dirigirme la palabra y ahora veo la razón. ¡Ese imbécil estaba esperando esta oportunidad!

¿Oportunidad? Jack estalla en risas frente a mí–. ¿Tío, te estás oyendo? Esto no es una competencia Hiccup... –dice haciéndome entrar en razón–. Y aún si lo fuera. Tienes que ser más inteligente... ¿De qué lado crees que se pondrá un testigo; la víctima o el atacante?

... Desde luego vas a estudiar derechos, ¿a que sí Jack?

–El mencionado se carcajea una vez más e indica: Solo para que lo sepas... –Jack se prende sobre mi hombro–. Seré el mejor abogado de Oslo y pienso cobrarte un montón de pasta cada que termine salvándote el trasero.

[...]

Esa tarde hice lo impensable. Había prometido a Jack, que pensaría con la cabeza fría a partir de ahora, pero desafortunadamente, no existe algo así como el sexto sentido masculino. Por lo que en ese momento dejé de pensar. Solo seguía los estímulos de mi cuerpo. Y en ese momento, yo solo quería ver a Astrid, tocar su diminuto rostro, observar esos ojos azules llenos de ira. Necesitaba besar esos labios rojos una vez... Miles de veces incluso si no fuese correspondido.

Es por eso que comencé a escalar por el patio trasero de los Hofferson con un nudo en la garganta, hacia la habitación de Astrid. Esta última estaba vacía, sin embargo decidí centrarme en la pieza por un momento. Era increíble lo ordenada que estaba. Incluso mi chica se había ocupado de desempacar sus cosas, a pocas horas de llegar a la ciudad.

Unas risas me exhumaron hacia la realidad. La familia Hofferson se encontraba abajo. Supuse que tardarían, por lo que esperé sentado sobre la cama de Astrid. El perfume de lirios sobre su almohada había cambiado a rosas pero aún me gustaba. Era un olor hipnótico, que estaba logrando incitar el sueño en mi cuerpo.

A las dos de la tarde las puertas de la habitación de Astrid comenzaron a abrirse. Asustado, corrí a toda prisa a esconderme en el armario frente a la puerta. Este era súmamente pequeño y era incómodo permanecer ahí dentro, quieto... Derribando cosas sin parar... «¡Ah!... ¡Joder!». Inmediatamente vi a Astrid seria caminando hacia el armario. En las películas esta sería la escena, en la que un suceso alterno les evita a los protagonistas un incómodo momento. Solo que esto no es una película –y así–, Astrid abre las puertas del armario de par en par, yendo de la inseguridad a la sorpresa, y de la sorpresa a la ira.

... ¡¿Tú... ¡¿Qué demonios haces aquí?! –Grita la chica frente a mí jalando mi brazo fuera del armario–. ¡Tú no deberías estar aquí!

–Y tú, no deberías vestir, tan escotadamente... –Dicto señalando su ropa. Astrid lleva un hermoso vestido azul (multimedia). Uno que sería un pecado no admirar en su figura de reloj de arena–... ¿Esperas a alguien? Inquiero algo nervioso por la respuesta que Astrid pueda darme.

–¿Te importa o solo buscas atención?

... Ambos...

Hay... –Astrid protesta frunciendo el entrecejo mientras empuja mi cuerpo hacia la ventana–. Eres... insoportable –dice y se tira del cabello–. No sé cómo, ni cuando has subido aquí, solo te pido que te vayas... –Sus labios. Había extrañado la forma en que sus labios se arqueaban cada vez que me reprendía. Solo los había soñado; una, dos... Muchas veces de hecho esas imágenes viajaban a mi cabeza. Y esto no era otro de mis sueños.

Paso uno: Atrapo el rostro de mi chica entre mis manos. Paso dos: Observo sus ojos llenos de ira. Paso tres: Fundo mis labios a los suyos en un beso no correspondido. Inmediatamente mis manos viajan a su cintura. Permanecen aferradas con fuerza. Era, como esa sensación de obtener el premio mayor en una fiesta. Las uñas de As fueron a parar a mis hombros. Astrid realmente se retorcía con ganas intentando apartarme. Al sentir mi lengua, buscando abrirse paso entre sus labios Astrid entra en razón. Pega una fuerte patada en mi entrepierna haciendo que me retuerza y termina cruzándome la cara. Como en los viejos tiempos.

–Ni se te ocurra, volver a tocarme Haddock o juro que te mataré sin... No la dejo terminar. Simplemente me levanto del suelo y vuelvo a atrapar sus labios –y por impulso–, comienzo a caminar hacia la cama–. ¡A-ah! Sonrío al escuchar esos delicados gemidos escapar de su boca otra vez. Cada que llevo las caricias hacia sus piernas, mi ratoncita soltaba un gemido incluso más fuerte que el anterior. –De-tente... Astrid intenta frenarme aferrada al traje negro que llevo esa tarde. Y suspira con fuerza al ver como aparto su mano del esmoquin dejándola a un lado de su cuerpo sobre la cama.

–¿Asie? ¿Estás bien? Escuché un estruendo y decidí... –Michael intenta abrir la puerta de la habitación de Astrid pero me apresuro a cerrar esta con fuerza. ¿En serio? Este chico no conoce el significado de "privacidad" y me rehuso a dejarlo entrar. –¡¿Haddock?! ¡Aléjate de ella, ¿me escuchas?! ¡Aléjate de mi hermana! Michael aporreaba la puerta. De verdad era fuerte. Era más que obvio que yo no podría competir aguantando la puerta solo con una mano. Al mismo tiempo, yo hacía que los besos tomaran un ritmo parsimonioso, parecido a una canción que no quería terminar nunca. –... ¡Te lo advierto Hiccup!

–Tu hermano no se detendrá ¿cierto nena? –Susurro sobre el rostro de As y esta asiente con lágrimas en los ojos. Me parte el corazón verla así, y es entonces que las palabras de Jack cobran sentido. Cuando vine, esta tarde a la casa Hofferson, solo venía pensando en mis beneficios. Fui egoísta, y como consecuencia terminé haciendo llorar otra vez a la mujer que amo. –Yo... Yo lo siento As...

–Lárgate... –dictó la chica bajo mi cuerpo llevando las manos hacia su rostro. Astrid había comenzado a llorar.

–Astrid, yo...

¡Lárgate! Exclama–. ¡No te quiero cerca Hiccup ¿lo entiendes!... ¡Aléjate de mí!

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2021 ⏰

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