Supongo que lo que me mata te hace más fuerte.

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Detesto
cuando soy como el resto
y dependo.
Malvivo. Y malgasto
mi tiempo
buscando al amor
en el séptimo sueño.
Y no llega
porque no duermo
y con los ojos abiertos
no existe.

No sé explicarme
y me aplasto.
Y me canso de pelearme,
incrustada en el asfalto,
bajo palabras que no salen,
que no nacen,
que no saben
a mi mente medicada.

Eres mi pequeña excusa
de las infinitas dudas,
para volver a la más dura
de las drogas:
la poesía.
Porque pereces,
a las musas perteneces.
El silencio te gritaría
al oído hasta dejarte ciega
de sabores
la pituitaria.

Bésame
pero olvídame.
Que las letras abrasan,
que (casi) matan
de frío mis excusas
(baratas).

Si seguimos mereciendo la pena,
inyéctame en vena
las ganas.
O no sé, hazme silencio.

¿Cuándo deja de sangrar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora