Y el portazo sonó como un signo de interrogación.

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No hice caso a Sabina.
Y tardé 500 noches,
pero ni un solo día.
No se puede extrañar,
no despierta ni sobria,
algo que no existía.

No salí del odio propio,
no llegué siquiera a sacar
un pie fuera de las ruinas
que más dentro me llevan
a mí, que yo a ellas.
No te hice caso, Sabina.

Pero no es relevante.

Le Mal du Pays
me acaricia el alma.
Y no necesito calor,
no necesito nada,
ni quitarme el caparazón,
ni respirar
durante muchos años,
si vuelve la calma
unas milésimas,
si puedo a l i v i a r,
hacer liviano
este desastre
por un instante
(cercano,
que me hundo
si no llega antes
de un segundo.)

Supongo
que tengo el corazón
(demasiado)
hecho al alcohol,
y el hígado
destrozado
de tanta poesía.

Ojo.
Todo va genial.
Esta copa a tu salud.
Esta por el alud
de daños.
Esta por los años
invertidos en dar tumbos.
Esta por los rasguños.
Y esta por los cristales
que dejé por las esquinas.

Dejan de ser noches,
Sabina.

Pero todo va genial.
Dejó de sonar
a signo de interrogación.
Ahora sé que solo fue portazo.

¿Cuándo deja de sangrar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora