Testigo indeseado

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-Estamos verdaderamente jodidos – Se lamentó Piero a la par que tiraba su cabeza hacia atrás y la apoyó con el muro.

-Con esas palabras no me haces sentir mejor primo- le hizo saber Ian poniendo los ojos en blanco

-No era mi intención hacerlo.

En estos momentos los jóvenes se en encontraban a la espera de que sus padres llegaran, si bien sus padres eran abogados, sabían que no habría problema en resolver el asunto policial, incluso la pelea la podrán llegar a comprender un poco, solamente un poco, debido a que los chicos defendieran al vendedor porque un par de adultos lo comenzarán a atacar, podrían decir incluso que fueron unos verdaderos héroes, sin embargo, después de que la pelea comenzó solo con intercambio de palabras, rápidamente paso a los puños, y los chicos se olvidaron que su excursión a la tienda debía ser lo más veloz posible.

Piero se preguntaba una y otra vez en su cabeza como paso esto, de encontrarse jugando video juegos en la habitación de su primo, a detenidos en una estación de policías. Estaban los tres en medio de una partida cuando el celular de su primo comienza a sonar, él lo silencia, pero le comienzan a llegar mensajes insistentemente hasta que decide atender, enterándose que un amigo estaba en un aprieto y necesitaba su ayuda, ahora debido a eso se encontraban a la espera de que sus padres los fueran a retirar.

-No pasará nada, el dueño explicará todo, a nosotros solo nos tienen aquí por ser menores de edad, ¿o no? - expresó Giovanni, poniéndose a sí mismo una pregunta obvia para los presentes, que tanto problema podría resultar el haber sido buenos samaritanos y defender al indefenso vendedor.

Ian y Piero lo miraron incrédulo

-Claro, no pasará nada, solo que estábamos afuera sin permiso, a una hora que se supone ya no podemos salir, en una tienda al otro lado de donde vivimos y para colmo nos ponemos a intercambiar golpes con unos adultos que nos doblan el tamaño, no es nada del otro mundo – respondió irónicamente Ian, pero al notar la mirada de madre gallina que le dio Piero decidió dejar su humor.

-Hey... - hablo hacia Giovanni, esperando que este levantara la vista para que lo mirara fijamente

-lo siento primo, solo estoy nervioso- explicó en un tono más suave -papá me dijo que una más de las mías y que me olvidara de sacar la licencia de conducir- Se lamento para sí mismo

- ¿Y crees que eso es malo? - cuestionó Piero - ¡el nuestro ni siquiera nos dejará asomar las narices a la calle hasta que nos graduemos!

-Y no olvidemos lo incomodo que será sentarnos en el auto- agregó su hermano en un susurro que fue escuchado por los dos jóvenes, y como si estuvieran conectados por algo más allá de la sangre, pudieron sentir una gota helada recorrer su espalda lentamente, no podían olvidar que los castigos en su familia eran para todos iguales, como a un maldito crio que se portó mal, aunque bueno si hubiera una línea imaginaria, ellos la cruzaron varias millas al termino "portarse mal".

-sí, podemos omitir esa parte por un rato. – comentó Piero

- ¿Crees que Papá te deje sacar la licencia Piero? - pregunto Giovanni, repentinamente cambiando de tema. 

Piero se sorprendió con la pregunta y comenzó a meditar, la verdad no ha tenido mucha relación detrás del volante y tampoco está ansioso con tener el permiso a diferencia de su primo, ya que en su razonamiento pensaba que necesitaba que alguien le enseñé y además le pasen un auto.

-No creo que Papá tenga tiempo para enseñarme y menos ganas de pasarme el auto, Giovanni.

- ¿Se lo has preguntado?

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