Llamadas sorpresas

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Lorenzo reviso rápidamente la hora y vio que aún tenían tiempo de sobra.

-Piero, ve a darte una ducha, enseguida te llevaré la ropa-

Su hijo solo lo observó, pero se limitó a darse la vuelta y dirigirse al baño, una vez allí Piero comenzó poco a poco a sacar sus prendas de vestir empezando con la parte superior, para después sentarse en el inodoro cuidadosamente, y continuar desabrochándose las zapatillas, y así quitar los calcetines, pantalones y su ropa interior, justo cuando estaba acomodando la ropa en un pequeño mueble del baño para que esta no se llegara a mojar, escucha que golpean la puerta y su padre le pregunta si puede entrar.

-Pasa- responde sin más, ya que no es pudoroso con que sus padres lo vean desnudo, a fin de cuentas, ellos eran quien lo bañaban, y hace no manos de treinta minutos su padre ya lo vio de la cintura para abajo.

Lorenzo al entrar notó como el traserito de su hijo aún seguía colorado, y eso le dio una pizca de remordimiento.

-Aquí te traje ropa limpia y unas toallas, no tardes mucho- Le dijo mientras dejaba la ropa en el mismo lugar en el que Piero había acomodado la que estaba sucia, y se la llevaba. Su hijo solo asintió levemente, y se dio la vuelta para entrar en la bañera, sin embargo su padre le tomó del brazo y le acaricio la mejilla, al notar el poco animo que mostraba Piero.

-Vamos hijo, recuerda que después de un regaño todo es borrón y cuenta nueva-

-Fue más que un regaño, papá-

Lorenzo hizo una pequeña mueca y esta vez se acerco más para besarle la mejilla.

-El castigo siempre va a depender de la desobediencia que hicieron, pero ya paso, ¿sí? -

Piero asintió e intento sonreírle un poco, su padre estaba siendo muy atento con él, y aunque su pecho comenzaba a sentir una calidez, su cabeza no dejaba de reñirle que debía aprender a comportarse y dar un buen ejemplo, digno de ser el hijo de Lorenzo De Meddici.

Con esa pequeña sonrisa Lorenzo se retiro del baño, aunque sabía que había sido una forzada y desganada, por lo cual estaba determinado en animarle lo que quedaba de paseo.

Bajo hasta el comedor y vio a dos hijos menores mirando hipnóticamente un pastel de chocolate que se encontraba en medio de la mesa, sonrió al notar que a ambos les faltaba muy poco para que se les cayera la baba y sin que se dieran cuenta llego hasta atrás de ellos dos, se agacho un poco para estar a altura de sus oídos y les susurró.

-Cuando baje su hermano, los tres serán los primeros en probarla- Les prometió.

Magdalena dio un salto por el susto y asombro, en verdad no se había dado cuenta de que su padre estuviera allí atrás, lo miro por un segundo sorprendida y luego se tiró a sus brazos para que él la tomara.

-Papi, ¿Cuánto le falta a mi hermano para bajar? -

-Muy poco, no te darás cuenta cuando tengas un gran trozo de pastel en tu plato-

Magdalena sonrió ampliamente ante esas palabras

-Pero que sea uno muy, muy grande- Dijo mientras movía sus brazos estirándolos hacia afuera.

- ¿Estás segura que podrás comer tanto pastel, bebé?-

Todos los presentes se giraron a la puerta del comedor para encontrarse con Clarice, Magdalena le regaló una sonrisa picara mientras asentía con la cabeza.

Clarice le sonrió y se acerco hasta ellos, sobo el brazo de Lorenzo, y luego se fijo en Giovanni, quien no se había movido de su posición en todo el rato, se acercó más a él y le paso una de sus manos por el cabello, como si se lo estuviera peinando con las manos.

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⏰ Última actualización: Feb 26, 2023 ⏰

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