Cap 4. Camelias De Año Nuevo

174 20 2
                                    

                                                                          —Umm —gimió entre dormida Lucía. — ¿Marco? ¿Qué hora es? —preguntó aún adormilada.

—Hora de continuar —le respondió mientras dejaba besos húmedos en la espalda de la muchacha.

Lucía se estiró y tomó el reloj digital que estaba en la mesita de noche. Podía ver que eran las 8:13 am. La habitación estaba totalmente iluminada por la luz del sol, se veía que fuera estaba haciendo un clima perfecto.

—Hemos dormido muy poco. Anda y acuéstate —se quejó Lucía.

—Agradece que te deje dormir —le dijo Marco, mientras dejaba un leve mordisco en su hombro.

—Umm... Mira que me vas a dejar marca —volvió a quejarse. Ella aún seguía con los ojos cerrados, tratando de volver a dormir.

— ¿No es lógico...que marque lo que me pertenece? —Preguntó fingiendo un poco de inocencia— No sé de qué te quejas, una marca más no hará diferencia.

— ¿Cómo? —se sorprendió Lucía.

—Si estuviéramos en la otra habitación podrías verte; como en tu cuerpo se plasma la evidencia que estuviste conmigo.

Era verdad, bajo la sábana que los cubría, estaba el marcado cuerpo de Lucía. Marco no había perdido el tiempo; dejó chupones en distintas partes de su cuerpo mientras le hacía el amor. La mayoría habían sido en sus pechos, pero después que se durmiera siguió dejando esas marcas en el resto de lugares. Pasó por su cuello, cerca de su vientre, en los muslos; donde pudiera le dejaba una marca, verla en la mañana frente al espejo tratando de cubrirse sería todo un deleite.

—Te recuerdo que ahora soy una persona de sociedad, si me ven con marcas seria incómodo.

—Mejor deja de hablar. —habló Marco y, acomodando el trasero de Lucía la penetró con cuidado por atrás.

—Ahh… Marco —gimió al sentirlo en su interior. Después de tanto tratar conciliar el sueño, sus ojos se abrieron y quedó totalmente despierta.

—Sí, así es, gatita. Gime mi nombre. —la incitó.

Lucía se aferraba de la almohada, la apretaba fuertemente. Solo necesitó una embestida para estar totalmente lista para él; al parecer su cuerpo estaba más que acostumbrado a los toques de Marco. Podía sentir como él hacía todo lo posible para encajar con total agrado cada embestida. Entraba y salía haciendo rebotar los pechos de la muchacha con total sincronía. Los sonidos de sus cuerpos chocando se mezclaban con los gemidos, haciendo de todo una agradable sinfonía para los oídos de Marco, que disfrutaba penetrarla mientras besaba su hombro y, con una mano la sostenía contra él, para que su penetración fuera fluida.

Pasó la otra mano por debajo del costado del cuerpo de Lucía y con esta la siguió sosteniendo. Con la mano que antes estaba usando, ahora la libero, y lo primero que hizo fue tomar la mandíbula del rostro de la mujer para girarla hacia él.

—Ummm... Marco... Tu...

—Calla —le dijo el hombre y, calló sus palabras con un beso.

Fueron unas cuantas embestidas más, hasta que ambos se corrieron y llegaron al orgasmo. Marco dejó salir un gruñido del fondo de su garganta, el cual se fusionó con los gemidos de Lucía en un apasionado beso.

Después de descargarse por completo en ella, la soltó de su agarre y salió con cuidado de su interior. Se giró y quedó viendo el techo de la habitación.

—Tengo hambre —habló Lucía.

— ¿hambre? Pero si acabamos de...

—Desayuno, me refiero al desayuno. Frutas, un café, algo. —lo detuvo.

ADN Lazos inquebrantables (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora