En una habitación a oscuras a muchos metros bajo tierra un hombre pugnaba por guardar sus secretos, pero sus dientes rotos, la falta de uñas y su cuerpo entumecido por las descargas impedían que su boca continuase cerrada, así que dijo todo, hasta el detalle más ínfimo, como la ropa que llevaba aquel día por el que le interrogaban, recordaba haberse puesto unos calzones lila pastel, unos pantalones de lino y una camisa abierta que dejaba ver camiseta azul cielo, los hombres se impacientaron y soltaron el gatillo de la descargas, el torturado, un hombre menudo de pelo castaño claro se estremeció una vez mas y sintió que le faltaba el aire, algo en su pecho tembló, el mas joven de los hombres lo miró con enfado- continua- le ordenó, moviendo amenazadoramente el dedo sobre el pulsador, el hombre de pelo almendra trago saliva y sintió otra vez esa sensación de falta- yo...- susurro el torturado- llama al médico, Jonás- dijo el hombre mayor, el brazo izquierdo del prisionero comenzó a dolerle, abrió la boca asustado y empezó a contar cada detalle olvidando la ropa que llevaba cada uno y centrándose en lo importante, casi como una confesión, sus ojos se fueron abriendo cada vez mas y si hubiese tenido las manos sueltas se hubiese agarrado el pecho con temor, el soldado o lo que al menos el hombre parecía, sostuvo al prisionero, mientras le ordenaba con voz dulce que continuara, que ellos lo salvarían, él se olvido de que habían estado horas torturándole y pensó en vivir mientras el techo de la oscura celda se tornaba blanco.
El soldado dejó al hombre inerte sobre la silla, la cabeza le colgaba y eso extrañamente le recordó a los veranos en la playa con sus hermanos, pero ya no estaba en California, el sol no acariciaba sus mejillas cuando hacía la instrucción a los más jóvenes, estaba en un agujero intentando encontrar un bulo, horas mas tarde cuando ya estaba en su despacho que al menos tenía iluminación artificial, se sentó en la silla de escritorio e hizo llamar a Jonás, como siempre el chico había sido imprudente, era un gran soldado pero su rabia e impaciencia le costaban muy caro, era un gran interrogador, inflexible y cruel, a veces sentía pena por el chaval parecía una casaca vacía, su aspecto tampoco ayudaba, tenia el pelo negro como el ala de un cuervo, la tez pálida y lo ojos oscuros, del color de la tinta, no tenían ningún brillo de vida y se movía por pura inercia e instinto, era peligroso, pero él lo controlaba, pese a su descripción no era un chaval enclenque, era fuerte y alto lo que le daba un aspecto feroz, lo único que podía parecer cómico de su cara era sus grandes orejas. Cuando uno de los soldados lo llamo Dumbo, este le partió la muñeca, tuvieron que mandarlo a casa, no podía sujetar una M4 y Jonás estuvo un mes en aislamiento, salió aun más perturbado que antes pero no volvió a herir a ninguno de sus compañeros pese a esto, ellos no volvieron a llamarle Dumbo, La única persona que se llevaba bien con él a parte del coronel mismo era Abel, Abel parecía contrario a Jonás, tenía el pelo de un color zanahoria muy llamativo, sus compañeros se burlaban de él por eso y por su cara pecosa, pero el chico participaba en las burlas, al contrario que Jonás al que podías compararlo con una cuchilla muy afilada. Abel era mas una soga, parecía que podías confiar en él pero era igual de letal porque no te dabas cuenta de que habías muerto hasta que estabas en las puertas del infierno. Jonás entro por la puerta y realizo el saludo militar, interrumpiendo así las cavilaciones del Coronel James Hale- siéntate Jonás- el chico se así lo hizo y su expresión no vario lo más mínimo pese al semblante decepcionado de su instructor- ¿Sabes que las has cagado verdad?- le hablo con franqueza el coronel- te has pasado con las descargas, podría habernos dicho mucho mas pero te impacientaste, ya lo habíamos convencido, nos iba a soltar hasta su mas oscuro secreto y ahora esta en una camilla en el hospital mas pálido de lo que vino antes, joder Jonás no se puede confiar en ti- el coronel no miraba al chico en ese momento y se lo hubiese hecho, se hubiera dado cuenta de que por una vez sus palabras lo habían afectado, pero solo duró unos pocos segundos y cuando el coronel volvió la vista hacia él, su cara volvía a ser una mascara de indiferencia, el joven pidió la palabra, el coronel asintió- ¿Le dijo donde estaba ella?- preguntó, el coronel volvió a asentir, el chico sonrió, pero no con alegría y el coronel sintió un poco de miedo, sus dientes refulgieron como perlas blancas, parecía la mirada de un depredador- pero ese no es el caso Jonás podría haber dicho mas, podría habernos dado hasta el jodido número de su tarjeta de crédito pero ahora ya no puede hacerlo verdad!?!- Jonás no dijo nada - e incluso podría haber mentido- Jonás interrumpió a su jefe- un hombre no miente antes de morir- ¿Qué ha dicho soldado?- pregunto James con la vena del cuello a punto de explotar, Jonás cerro su bocaza, interrumpir al coronel era una nueva falta- sin embargo Lucas describió perfectamente el lugar pero no a lo que nos enfrentamos, nada mas dijo, antes de caer sobre mi, ella es mas sabia y mayor y no conseguiréis doblegarla como a mi- ¿y luego palmo?- pregunto Jonás quitándole el misticismo al momento, el coronel obvio el comentario y dijo- pensaba enviarte a ti, pero tras fallar hoy tendrás que llevar niñera- el chico frunció el ceño- Abel irá contigo y un comboy de dos coches con soldados armados también, no quiero un reconocimiento, quiero que la apresen, cuanto menos ruido hagamos mejor, saldréis en una semana y es una orden, lo ha entendido soldado- si, señor- respondió el chico
Amaneció una mañana fría, la niebla caía sobre las montañas como una fina sábana de seda, Eva bebía té de una taza lila claro con un dibujo de un gato y miraba por la ventana la vegetación borrosa de su jardín. Parecía un día tranquilo pero un temblor recorrió la casa de Eva, los botes de las especias caieron de sus estantes al suelo armando un desastre, el azucarero volcó hacía delante y los granos comenzaron a danzar sobre la mesa de madera de la cocina. La niebla impedía ver lo que se acercaba pero la mujer permaneció serena, su pelo moreno y rizado comenzó a sacudirse, la taza cayó al suelo pero Eva ni si quiera parpadeo, sus zapatos de conejitos se empaparon de té morado, sus ojos empezaron a refulgir y sus mano se iluminaron, Eva caminó por su jardín hasta la puerta de entrada, cuando la abrió la manecilla se fundió pero salió al exterior y vio acercarse a un comboy de dos camiones y una camioneta pequeña que los guiaba, dentro había dos chicos, guapos, Eva sonrió y alzo las manos para dejarlas caer después, una pulsión recorrió el lugar y el bosque se estremeció, algunos ríos volvieron a fluir, algunos árboles salieron disparados de la tierra y los dos camiones quedaron aplastados, cortados y descuartizados contra el camino, la camioneta quedo a un lado volcada y sin techo, los chicos inconscientes y sangrantes saludaron a Eva y Eva solo pudo sonreír, sus dientes refulgieron como perlas blancas y cualquiera que la hubiera visto hubiera sentido terror.
Hola pequeño mensajito de la autora, se agradecen los comentarios bienintencionados y también si podéis votar (que es darle a la estrella) se agradecería así sabré que relatos os gustan más. Disfruten de la lectura.
ESTÁS LEYENDO
Relatos cortos
Randomuna mezcla de lo que se me ocurre cuando ando por la calle o cuando intento estudiar sin éxito o algunas de las tantas historias que creo y represento en mi cabeza cuando estoy aburrida. No quiero olvidar mis pequeñas obras de arte. Disfruta de mi m...