Caminábamos entre grandes árboles, el suelo estaba teñido de verde musgo, éramos apenas 15 soldados y un carromato al que le chirriaba la rueda trasera izquierda, al principio había sido divertido reírse de Mough, haciendo bromas sobre la cama de su hermana pero después de varios días caminando el chirrido era insoportable, tenia ideas sicópatas de arrancar alguna cabeza y sustituirla por la rueda, en esos pensamientos estaba cuando vio caer un hombre del cielo, del cielo y ese momento de vacilación y asombro le dio al desconocido tiempo para desarmarlo y apuntar su propia espada, regalada por su prometida antes de su partida al frente, al gaznate, el desconocido sonrió, tenia unas largas trenzas que caían sobre un cuerpo fibroso y espigado y una boca carnosa con dientes afilados, sus ojos eran de color amarillo y sus orejas puntiagudas asomaban a través de su pelo castaño, apenas le dio tiempo a girar la cabeza para ver a sus compañeros igual de desprevenidos e igual de desarmados, soltó un gruñido, estaba enfadado habían caído en una trampa y era su culpa por estar pensando en decapitaciones en medio de un bosque tupido cerca de los pueblos elfos, aunque nunca pensó que los atacarían de vuelta a su hogar y sobre todo un grupo de elfos, que eran seres pacíficos y estudiosos que se dedicaban a investigar y escribir en sus extensos manuscritos q luego vendían al mejor postor, los escritos de los elfos siempre eran codiciados. El líder alzó la voz-Bueno bueno, que nos a traído el viento muchachos, una serie de pulguitas sucias y desgastadas por la guerra? Acaso tendrán algo de valor a parte del suyo propio- el elfo miro a la multitud de soldados, algunos estaban a punto de echarse a llorar, habían sobrevivido a la guerra no querían morir a manos de un elfo, querían volver junto a sus esposas o vacas- aunque veo que a muchos les falta ese coraje- continuó el Elfo- Mi nombre es Craigh y mis compañeros Teres y Souman se encargaran de registraros y robaros todo cuanto llevéis encima. Los hombres permanecieron callados mientras los bandidos hacían su trabajo, Charlie observaba sus movimientos delicados y elegantes en el arte de hurto, había al menos veinte elfos, todos sus soldados estaban apuntados por una espada muchos por la suya propia, Charlie chasqueó la lengua y miró a sus alrededor solo para descubrir que su plan de armarse a puñetazo limpio no funcionaría había arqueros apostados en varios árboles y algunas lianas aún se movían, por eso cayeron del cielo entendió, Malditos elfos de mierda pensó Charlie, cabrones, cerdos y asquerosos elfos ricos y aun así robando. Sin embargo aunque su futuro era incierto y era mejor mantener la boca cerrada Charlie preguntó- ¿porque hacen esto?- Craight se volvió hacia él y contestó- nosotros robamos a los ricos para dárselo a los pobres, aquí veo muchos pobres- dijo refiriéndose a sus hombres y soltando una carcajada, en medio del alboroto uno de los elfos gritó- Ey Craigh que pena que estos sucios soldados no transporten a una mujer con ellos, hace tiempo que no toco a una- dijo acariciando la cara del joven soldado Jaime al que apenas le crecía la barba- aunque este lo parece dijo soltando una risotada- Craigh le dirigió una mirada de desdén- Milo cierra tu sucia boca, no tolero esa mierda aquí y lo sabes- Milo dejo de reír abruptamente y su papada dejó de bailar, Charlie se sorprendió al ver un Elfo gordo, la mayoría eran bellas y soberbias criaturas, delicadas hasta el extremo, uno de los elfos se acercó a Craigh y le relató nuestras posesiones, más bien pocas, este asintió y alzó la mano como una señal lo que hizo aparecer por el camino un carromato y los elfos empezaron a transportar nuestras cosas a el, cuando el carromato empezó a desaparecer por el horizonte, Craigh y sus bandidos hicieron una reverencia y se izaron en el aire, dejando a los soldados con cuatro espadas, 15 palos con pinchos que habían traído ellos mismos, según Craigh no querían dejarlos completamente desprotegidos aunque lo había dicho con una sonrisa y tras guiñarle un ojo a Charlie, tras respirar aliviados por estar vivos, todos se miraron desanimados y volvieron a continuar su viaje con las cabezas gachas de quienes saben q han perdido, curiosamente el silencio reinaba en el ambiente, el chirrido constante de la rueda trasera izquierda del carromato había desaparecido, Charlie se imaginó la cabeza de Craigh sustituida por la rueda y esbozó una sonrisa siniestra. Puede que volviera más adelante a ese bosque
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Relatos cortos
Acakuna mezcla de lo que se me ocurre cuando ando por la calle o cuando intento estudiar sin éxito o algunas de las tantas historias que creo y represento en mi cabeza cuando estoy aburrida. No quiero olvidar mis pequeñas obras de arte. Disfruta de mi m...