Historia corta| Completa | Sin editar.
El reconfortante sentimiento de tranquilidad que hallas en una persona es difícil de explicar. Pocas personas llegan a tener ese privilegio.
Pero Holden y Chloe eran uno de ellos.
Sus vidas juntos a penas esta...
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Chloe en aquel momento supo que su corazón no podía dejar de latir más rápido que cualquier persona, estaba más que nerviosa y aquello se le notaba con el pequeño temblor que había en sus manos.
Se miraba en el espejo, algo insegura.
Este era su día y sin embargo a veces se sentía estúpida por pensar que no era lo suficientemente hermosa para poder impresionar a Holden.
Si ella supiera que ante los ojos de aquel pelinegro no había nadie más hermosa que ella, entendería que su mundo se encuentra en aquellos ojos avellana que tenía.
—Mamá —habló la castaña mientras se observaba.
—No me digas que te estás arrepintiendo justo ahora —indicó mientras apoyaba ambas manos en los hombros de su hija.
Chloe sonrió de lado.
—Nunca había estado tan segura en mi vida—-le contestó.
Aquella mujer le terminó devolviendo la sonrisa mientras algunas lágrimas se le escapaban de sus ojos, siempre había sido una mujer bastante sensible y al ver a su hija dar un gran paso en su vida era imposible que su lado maternal no saliera a la luz.
—Ya estamos por empezar —anunció un extraño hombre con traje apareciendo en la habitación.
Chloe sabía quién era.
—Está bien —contestó el padre de Chloe mientras se levantaba de aquel sillón con flores.
—No puedo creer que esto en realidad este pasando —admitió la menor mientras trataba que sus sentimientos no le hicieran pasar una mala jugada.
Arruinaría su maquillaje.
—Estás hermosa —anunció el mayor mientras observaba a su hija a través del enorme espejo que había en aquel cuarto.
Le ofreció su brazo derecho y Chloe lo miró.
—¿Vamos? —preguntó el hombre.
La menor no dejaba de sonreír mientras trataba de ignorar el nerviosismo que se hacia presente en su estómago en aquel momento.
La castaña terminó agarrando el brazo del mayor mientras trataba de sostener su enorme vestido blanco que llevaba encima.
Se estaba por casar con el amor de su vida.
Con Holden.
Una vez que habían salido de aquella habitación y se encontraban en el pasillo, sus ojos observaron como las damas de honor ya se encontraban en fila sosteniendo pequeños ramos de rosas blancas, entre ellas se encontraba Sophie, quién ya era una mujer de veinte años. La menor le sonrió mientras en sus ojos cafés observaban con brillo a Chloe.
