Ocho

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Me hubiera gustado no tener que volver a casa, pero las insistentes llamadas de mi padre dijeron lo contrario, por lo que sin despedirme de Jungkook, volví al apartamento donde estaba esperando.

Su semblante era serio, demasiado para mi gusto. Ya lo había visto más veces en ese plan, así que no me preocupaba. Estaba sentado en la mesa del salón mientras le daba vueltas al café que se había preparado.

-Ya estoy aquí –lo miro- ¿Qué ocurre? ¿A qué tantas llamadas?

- ¿Desde cuándo Taehyung? –me mira-.

Fruncí el ceño sin entenderle, ¿de que hablaba?

- ¿De qué hablas? No te entiendo.

- ¿Aún te gustan los chicos? –se levanta- me tienes que estar vacilando.

Rodé los ojos y pasé por su lado quitándole importancia a su pregunta; aquí vamos otra vez.

No era la primera vez que mi padre cogía y me montaba un numerito porque se enteraba de que me había besado o follado a un chico. Para él, eso era imperdonable. Los chicos tenían que estar con las chicas y no con chicos, al igual tenía que ser con las chicas.

El día que se enteró de que me dejaron de gustar las chicas y me metía en la cama del primer chico que pillaba me pegó la paliza del siglo, cosa que no me importo; hacerle caso nunca fue algo que me apasionara.

Me senté en el sofá y pase las manos por mi cara, manteniendo la calma por la cantidad de burradas que saldrían de su boca, aparte de la paliza que me pegaría.

-No empieces –lo miro- pensé que ya te había quedado claro hace años –lo miro-.

-Taehyung dios –serio- eso que tienes de que te gusten los tíos es una enfermedad, ¡estas enfermo! –grita-.

- ¿Por qué no puedes aceptar que soy gay? –me levanto- ¿No puedes apoyarme en esto? Vaya padre de mierda eres si...

Aquel golpe sonó por todo el salón. Giré mi cara al sentir aquel bofetón por parte de mi padre. Cerré los ojos mientras apretaba los puños y aguantaba que mis lágrimas salieran.

-Eres una decepción, siempre lo fuiste –ríe irónico- por tú culpa mamá se largó de casa y me dejo a cargo de ti, porque sabía que eras una decepción para la familia.

-Si eso soy para ti –lo miro- ¡¿Por qué coño no te largas tú también?! –alterado-.

Mi padre suelta una risa y me agarra del cuello, haciendo fuerza con su mano, provocando que mi aire empiece a faltar y lo mire a los ojos lleno de rabia y dolor.

-Escúchame bien mocoso de mierda –me suelta brusco- si yo me largo ¿Qué harás tú? Si no sabes ni lavarte la ropa –se mofa- sin mi serás nadie Taehyung, te hundirás el primer día.

-No me haces falta –me sobo el cuello- ni tu ni tu sucio dinero negro.

¡Aiba! Que sorpresa.

Pues así es, mi padre no es que consiga el dinero muy limpiamente para que mentiros. Mi madre no se fue de casa por mi culpa, nunca tuve ni una pizca de parte en esa palabra por lo que pasó con ella.

Él trabaja con narcotraficantes vendiendo esa mierda de polvo blanco que todos conocemos, ese polvo que muchos odian y otros tantos aman, ese polvo que se vende a precio de riñón pero que desesperados compran para buscar el sentido en sus vidas.

De ahí viene su dinero, de la droga que vende gracias a esa gente que él los tiene en un pedestal y a los cuales creyó cuando le dijeron que no violaron a su mujer; hijo de puta.

Mi marca en tú cuello (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora