CHAPTER FOUR

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—No lo entiendo, ¿acaso no entraban ambos en la tabla? ¿y por qué Rose no le ofreció al menos el salvavidas? ¿o al menos, por qué no se turnaron?

—¡Lo sé! Me he estado preguntando lo mismo desde la primera vez que vi la película, como, ¡vamos, hay espacio suficiente, no seas una perra codiciosa, Rose!

—Te entiendo totalmente —suspiró Fleamont, bebiendo un sorbo de su coca-cola.

Los ojos de la pareja de adolescentes se dirigieron al niño de diez años, que les sonreía inocentemente.

—¿Cuánto te pagaron?

—Nunca lo diría.

—Te doy cinco galeones y dos pedazos de pizza, si te vas ahora mismo y no le dices nada a nadie.

—Hecho.

—Un placer hacer negocios contigo —dijo Hydra, después de entregarle lo que le había prometido.

El niño sonrió astutamente y se levantó del asiento que se encontraba entre el de Hydra y Cedric, para luego correr fuera de la pequeña sala de cine.

—¿En realidad le diste cinco galeones?

—Claro que no, son galeones falsos de Sortilegios Weasley.

—¿Y no se dará cuenta?

—Probablemente cuando quiera comprar algo, y se nieguen a venderle —se apoyó contra el pecho de su novio con una sonrisa—. Hasta eso, no te preocupes. Afortunadamente para nosotros y lamentablemente para él, heredó el cerebro del tío James... pero peor.

Cedric rió de la macabra, pero divertida manera en la que trabajaba la mente de su novia. El Hufflepuff besó cariñosamente su cabeza.

—¿Y eso por qué fue?

—¿Por qué no? —murmuró antes de presionar sus labios contra los de Hydra en un beso dulce.

Tal vez Cedric no se había enamorado más de lo que debía, tal vez solo se había enamorado de la persona equivocada.

Y lamentablemente, se enteraría demasiado tarde de ese error.

•••

—¿Cómo que James nos llevará? —jadeó Hydra, mirando a su madre con el ceño fruncido—. ¡Pensé que tía Lily y tú, nos llevarían!

—Entonces pensaste mal, poppet —se encogió de hombros Christine, dejando a Adhara en el corral y girándose para enfrentar a su hija mayor—. Lily debe ir a trabajar a la cafetería y yo debo ir a una reunión con la productora.

—Pero... ¿no puedo ir con Cedric?

—¿Al pobre chico? No —determinó la rubia—. No voy a dejar que salga de compras con ustedes dos. Es como enviar carne fresca a una manada buitres. Harry ya está acostumbrado, el lindo Hufflepuff no lo está, y es probable que escape.

—Oh por favor, eso no es... —Christine levantó una ceja—. Bien, hay una pequeña posibilidad, pero en serio, ¿James? ¿Quieres que los tres terminemos en un accidente catastrófico por una tonta pelea? Está bien, ya vi que clase de madre eres. Buenas tardes.

PERENNIAL ||【H.J.P】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora