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POV Narrador

Oboro fue dejando a cada uno en su casa, primero dejó a Nemuri, que era la que vivía más lejos. Ahora pasaron a dejar a Shouta.
El menor tomó aire, en su interior sentía algo raro, como si algo le fuera a pasar. No se equivocaba, pero el pobrecito no lo sabía.

Bueno, nos vemos en el festival. - miró a su novio y plantó un beso en sus labios antes de bajarse. - Por cierto. - se apoyó en la ventana de Oboro. - Nemuri me dijo que le gustaria usar ropa igual contigo. - el peli-azul se sonrojó y asintió, la pareja rió.

¡See you later darling! - se despidió con la mano mientras el carro avanzaba.

Aizawa caminó y entró a su casa. Su madre, obviamente, fue la primera en recibirlo, solo que esta vez se le hacía raro que se lanzara desesperada, como si no lo hubiera visto meses.

¿Mamá qué sucede? Me estás aplastando. - esta lo abrazaba con fuerza.

Tenemos que hablar. - tomó su rostro. - Ve a tu cuarto yo enseguida subo. - no dijo nada, solo hizo caso.
Se tranquilizó y subió al cuarto donde lo esperaba su hijo sentado en su cama.

Me estás asustando ma. - habló y la madre se sentó al frente de él.

Solo lo diré. - tomó aire. - Tu padre te va a mandar a un internado con terapia de conversión. - dijo rápidamente. Shouta tenía la cara pálida, buscaba las palabras exactas para contestar eso, pero todavía no procesaba.

¡¿QUÉ?! - fue lo único que pudo decir. - N-No, u-ustedes no pueden mandarme a ese lugar.

Claro que podemos. - habló su padre desde el marco de la puerta. - Eres menor de edad y puedo decidirlo.

¡¿Tienes idea de lo que te hacen en esos lugares?! - exclamó mirando a Kano. - ¡¿Crees que todo es de color de rosa?! ¿Todos sentados en una sala de terapia hablando de tus problemas?

Eso es exactamente lo que me dijeron cuando te inscribí. - se cruzó de brazos.

Allá abusan de ti, de diferentes formas, una y otra vez hasta que termines aceptando algo que no es verdad, pero que por traumas tienes que hacerlo. - habló con lágrimas acumulándose en sus ojos. - ¿Eso es lo que quieres para mí? ¿Tanto me odias?

Shouta no te odio, hago esto por tu bien. - su voz monótona no cambiaba ni en estas situaciones y era de las cosas que más lo desesperaba. - Salimos la noche del festival, empaca tus cosas. - salió de la habitación dejando a su hijo mirando al piso con lágrimas cayendo por sus mejillas, sin expresiones.

Hijo... - murmuró la voz de Yua. Se paró y puso su mano en su hombro, estaba temblando.

¿Porqué cuando parece que lo tenemos resuelto algo malo sucede? - habló para si mismo, ignorando a su madre. - ¿No merezco ser feliz? Tal vez es amor prohibido. - se giró. - ¿Acaso hice algo malo? ¿Debería rendirme? - levantó su mirada para mirar a la mujer.

No digas esas cosas Shou. - limpió sus lágrimas con la manga de su chaqueta. - ¿Vas a decirle? - al saber de quien hablaba negó.

N-No, no puede saberlo. - habló con voz calmada. - Nadie puede saberlo. - Yua no lo contradijo y solo pudo asentir. - Ahora necesito ordenar mis cosas. - se paró enfrente del armario sacando ropa. Su madre salió del cuarto.

¿Debería rendirme?

Era la pregunta que rodaba por su cabeza.
Aunque sentían que todo se desmoronaba podían levantarse, pero hay personas que llegan a un punto en el que sienten que ya no hay salvación.
Parte de Shouta se sentía así, pero la otra parte, que era muy pequeña y que poco a poco se iba apagando, sentía que podía hacer algo para arreglarlo.

I Hear a Symphony (Erasermic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora