Oler la rosa, besar la espina -Página 14

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Comencé a ver sombras, sombras de pasado, del presente pero no del futuro.

Comenzaron a reclamarme, como una enorme ola rompe sueños sigilosos. Un silencioso grito... Lo veía morir.

Acaricié aquella flor que con parsimonia me hablaba. Quería consolar su dolor mientras lograba entender por que su desconsuelo.

Le conté un chiste, le susurré un secreto.
Pero su llanto nunca cesó.

Entonces supuse que un beso le haría recordar que su belleza era excelsa, su aroma inmaculado y sus lágrimas gotas de cristal que podían ser coleccionadas.

Acaricié aquella flor.
Porque era hermosa
Porque me había enamorado.

Y cuando finalmente me había decidido a darle la ternura que había ésta misma cultivado sus espinas me sangraron.

Traicionado por su mentira observé al fin su tristeza menguar.
Y con una sonrisa supe que era lo que trataba de confesar:

- La espina está enterrada en la profundidad de mis pétalos porque hace tiempos que no retoñar. He herido a mi marinero, el dueño de mi perfume pero es que sólo así aprendí a amar..."-

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Reteniendo el tóxico del cigarro nuestro triste escritor encontró en aquella banqueta de cualquier parque una olvidada flor.

Una carta para nadie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora