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"Después de tanto tiempo los fantasmas del pasado te siguen atormentando, ¿serás capaz de dejarlos atrás e ir en busca de tu felicidad?"
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Estaba en su oficina redactando el informe de una de sus infiltraciones recientes, no solía hacer esto muy a menudo, prefería que no quedará registro alguno de lo que hacía en aquellas misiones, sin embargo los altos mandos últimamente le estaban siguiendo el paso muy de cerca y eran más exigentes en cuanto a los resultados de sus infiltraciones.
El sonido de alguien dando ligeros golpes a la puerta lo sacó de sus pensamientos y después de dar la afirmativa para que la persona al otro lado entrará, por esta paso su mano derecha y co-director del FBI, Ebaristo.
-¡Mirate joder! como debe de ser- decía con un tono de voz bastante animado mientras tomaba asiento en el pequeño sofá de la oficina -¡trabajando 12 horas al día y horas extras! Como buen español, coño-
-Que no soy español bobo- contestó el de cresta, dejando salir una risa por las ocurrencias de su amigo -¿Qué pasa E?-
-Los de arriba, otra vez- le comento, soltando un agotador suspiro.
-¡Jooooder! Que pesaos' tío, como si fuera el único gilipollas que trabaja para ellos- llevaban unos días llamándolo y Horacio no les respondía aún, necesitaba un descanso, realmente estaba exhausto de todo -¿ahora que quieren?-
-Bueno al parecer necesitan de tu supervision para un caso en Marbella o algo así, no tienes que viajar hasta allá todo será desde aquí pero tendrás que comunicarte con el agente infiltrado y estar listo en caso de que necesite apoyo- repitió lo que le habían dicho en aquella llamada.
-Que palo tío, de verdad no entiendo porque yo cuando puede ser cualquier otro de sus perritos- respondió rodando los ojos, dando a entender su molestia -¿Sabes quien es el agente?-
-¿Será porque tu eres el director del FBI cabron?- obvio su compañero -si me dijeron el nombre pero era algo raro, ¿Vektor? ¿Vorko? ¡Meh! algo así- dijo obteniendo como respuesta una cara sorprendida por parte de Horacio, parecía que sus ojos saldrían de sus cuencas de tanto que los abrió.
-Eh... ¿Viktor Volkov?- preguntó temeroso, deseando estar equivocado ante ese pensamiento.
-Ah cierto, si ese, por lo visto es ruso o algo así- asintió Ebaristo -¿lo conoces ya? - el moreno lo vio con un gesto de incredulidad.
-¿De verdad no recuerdas?- le reclamo -que te conté acerca de el y todo ¡espabila hombre!- al español solo le tomó unos segundos recordar aquella conversación.
-¡Hostia! ¡El comisario ese!- recordó por fin, notablemente sorprendido -pues llega en dos días para una reunión contigo-
-¿¡Qué!? ¡No, no, no!- Horacio miraba horrorizado a su compañero -vas a tener que ir tu, yo n-no puedo, ese día tengo que hacer e-eh algo con... con los tipos estos con quienes estoy infiltrado, así que no no, definitivamente no puedo, pero confio en ti, tu me avisas en que quedaron y...- invento la primera excusa que se le vino a la mente, siendo interrumpido por el contrario.
-¡Eso si que no mi querido amigo! Eres el puto director del FBI y vas a asistir a esa reunión con tus dos cojones- apenas iba a protestar cuando Ebaristo lo volvió a interrumpir -¡y nada de peros! Le avisaré al agente que lo veras a las 6:00 pm ¿esta bien? Perfecto- ni siquiera le permitió contestar cuando salió nuevame de la oficina, dejando al contrario con las palabras en la boca.