𝐌𝐆𝐋𝐓 | Donde Lolito es un omega con extra masa muscular, y Mangel un alfa al cuál no le gustan los gordos... los detesta, o eso es lo que Lolito piensa.
- Estoy gordo. - puchereo el de largos y sedozos cabellos naranjas.
- No, tú eres hermoso...
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Ya habían pasado un par de semanas desde que Alex había decidido volver con Frank, a pesar de que el menor sabía que durante toda su vida había tomado decisiones incorrectas, le dio otra oportunidad.
Alex se había enamorado, y nadie podía juzgarlo por eso, solo él mismo.
— y... ¿Qué te parece este? — preguntó apareciendo detrás de Frank con un sencillo, pero elegante vestido azul hecho de seda que abrazaba toda su figura.
Frank volteó, sus ojos empezaron desde abajo hacia arriba, notando la abertura del vestido en una pierna.
— ¿Estas loco? Pareces un asqueroso prostituto, ve y cambiate —habló sin pestañear.
En cambio, Alex sí lo hizo, y varias veces sin poder creer lo que había escuchado.
— Pe-pero Frank, ¿hablas enserio? — cuestionó sujetando su hombro, riendo con nerviosismo.
— ¿Te parece una broma para ti? — pronunció con su voz seca.
— Pe-pero este vestido es carisimo, además combinamos, ¿ves? —se coloco a su lado envolviendo su brazo con el del mayor— tu corbata y el vestido.
— ¿Acaso no me escuchaste? Ve y cambiate —sentenció mirandolo fijamente a los ojos, su cuerpo giró nuevamente hacia el espejo, terminando de acomodar su abrigo.
— No... No me ire a cambiar —reprochó—. Este vestido me gusta, no me lo quita-
Fue un movimiento rápido, pero el dolor en su mejilla duraria mucho tiempo. Por suerte, su cuerpo cayó sobre la cama.
Frank se acercó, pero Alex no tenía el valor para verlo al rostro.
— ¡No!... — exclamó, mas al oler el temor del menor, se calmó— No me hagas repetirlo, por favor, cariño. Te ves bien, pero, ve y ponte lo que yo —se señaló— escogí —finalizó asintiendo.
— Sí— respondió. Hacer lo que pedía era lo mejor.
Minutos después, Alex volvió a salir del vestidor con el traje que su novio había comprado, era similar al color del vestido, pero no era el vestido y tampoco el azul de su corbata.
— Te ves hermoso, además, te marca tu linda cintura. Sabía que te quedaría perfecto —halago con una sonrisa de oreja a oreja—. Te encanta ¿no es así?
— Sí... Me encanta —mintió.
— Bueno... Vámonos. El chofer nos esta esperando.
“Pero no combinamos”, pensó.
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